Por Eduardo Bocco
Juan Schiaretti comenzó a invertir energía en su campaña nacional para tratar de instalarse como referente central de los gobernadores del PJ no kirchneristas. La movida no es nueva pero ahora tiene mayor peso mediático, lo cual deja de lado los contactos reservados, ya sea telefónicos o presenciales.
El nuevo encuentro del gobernador con su colega de Santa Fe, Omar Perotti, pone de relieve esta situación porque el mandatario con el que dialogó en San Francisco, gobierna una provincia melliza a Córdoba y con similares potencialidades. Los dos administran dos de los cuatro distritos más importantes del país (los restantes son Buenos Aires y Capital Federal).
El mandatario provincial sigue acumulando fotos amistosas en este 2023: Juan Manuel Urtubey, Adolfo Rodríguez Saá y Mónica Fein (ex intendenta de Rosario, hoy diputada nacional y presidente del socialismo), además de Perotti.
Esta carrera renovada de Schiaretti por instalarse nacionalmente tiene su correlato cordobés y aquí hay que decir que no transita un lecho de rosas porque vuelve a hablarse de un tema que a la gente no le importa pero que tiene mucho peso en la definición del futuro: la fecha de las elecciones provincial y de la ciudad de Córdoba.
Por esto hubo opiniones encontradas, muy encontradas podría decirse, a punto tal que algunos protagonistas abandonaron la mesura para cuestionarse en severos términos.
Las segundas líneas del schiarettismo y el llaryorismo, acostumbradas a los trabajos en la trinchera, estuvieron a punto de darle un dolor de cabeza, de esos que no se curan con una aspirina, a sus jefes políticos.
Finalmente, primó la opinión del jefe máximo y Llaryora depuso su arremetida para adelantar la elección provincial y votar gobernador e intendente de Capital en la primera quincena de mayo. “Fue una pelea brava, porque los llaryoristas lanzaron un ataque violento con esto y en el Centro Cívico no dieron brazo a torcer”, indicaron observadores de la interna del oficialismo provincial.
¿Todo cambia?
Después de este incidente interno, los llaryoristas tuvieron que admitir que quien define y tiene la lapicera es Schiaretti. Ahora, el gobernador podría estar pensando en una nueva fecha de comicios, y dejar de lado la convocatoria para el 25 de junio, de la que se habló mucho. “Es una hipótesis”, dicen en su entorno para no descartar un eventual llamado para agosto, cuando se celebren las Paso presidenciales, de las cuales el caudillo cordobés podría ser parte en alguna fórmula dentro del peronismo no kirchnerista. Esto tiene un inconveniente: pegar las provinciales con las Paso supone realizar dos comicios muy diferentes con papeletas muy diferentes. Por ejemplo, en Córdoba se vota con boleta única y en la Nación con boleta sábana.
De todas maneras, el PJ juega a las intrigas, no devela el enigma y no lo hará en el corto plazo. Eso persigue el objetivo de continuar generando ruidos en Juntos por el Cambio, ya sus referentes Rodrigo de Loredo y Luis Juez también tienen todo por resolver y tampoco las tienen todas consigo en la interna, ya que los desencuentros y las desconfianzas son recíprocas.
Aquí también juegan a las escondidas porque en el fondo schiarettistas y llaryoristas tienen corazonadas, pero ignoran si De Loredo acompañará a Juez en la fórmula provincial o será candidato a intendente.
Llaryora pide elecciones en el mismo día a los intendentes del PJ, pero si en Capital hace eso y De Loredo aspira a gobernar el Palacio 6 de Julio, puede tener un problema serio.
En público, los llaryoristas desbordan optimismo y muestran encuestas con números que vaticinan una victoria contundente, pero en privado las sonrisas se aplacan y gobierna la incertidumbre.
Tal vez, en este incipiente febrero haya algunas precisiones pero no hay nada definitivo. Es más, es muy posible que la materia de la duda sobre el cronograma se la lleven a marzo.