Por Eduardo Bocco. Pareciera que la maratónica sesión de la Cámara de Diputados se convertirá finalmente en el “pogo más grande del mundo”, en el que algunos de los saltarines participantes no saben saltar, o casi nunca saltaron en toda su vida.
Parece hasta gracioso pero en determinados momentos, da la impresión de que los legisladores opositores están más interesados que los oficialistas en lograr la sanción del menguado proyecto de ley ómnibus, ahora llamado “Ley de Bases”. Es que a los escuderos de Milei –o a buena parte de ellos– les ha quedado un par de talles grande el saco. Ya no alcanza con criticar y denostar a la casta, con machacar sobre los gastos de la política y pegarle al kirchnerismo, en buena medida con razón. Eso no alcanza porque “en la cancha se ven los pingos” y el Presidente Javier Milei colocó en la primera línea de las discusiones a personas con nula experiencia política y poca imaginación.
Encima, los libertarios se hacen eco de lo que dicen algunas voces de la Casa Rosada y esmerilan cada vez que pueden al principal negociador: el ministro del Interior Guillermo Francos, cuyo poder de decisión está cada vez más acotado, según lo reconocen propios y ajenos, esto es oficialistas y opositores.
Al parecer, el Presidente Milei no se anda con chiquitas y no es tolerante a los pasos en falso o a lo que no le gusta. De eso puede dar prueba el ex ministro de Infraestructura, Guillermo Ferraro, que fue tumbado el fin de semana último por una denuncia de filtración de datos a la prensa (habría dicho a los medios la ya famosa frase presidencial “voy a dejar sin un mango” a los gobernadores).
Por su puesto que Ferraro negó en privado esa situación y atribuyó a una feroz maniobra de desestabilización la difusión de esos datos que él considera absolutamente falsos.
Algunas voces del gobierno reconocen que la salida de Ferraro se debe a una fuerte interna con el ministro de Economía, Luis Caputo, y al jefe de Gabinete Nicolás Posse, por la privatización de empresas estatales. Ese también es un punto de fuerte discusión con los bloques opositores, que exigen que no pasen a manos privadas varias de las empresas que el Gobierno aspira privatizar.
El gobernador Martín Llaryora ha logrado centralidad en su idea de aglutinar a sus colegas en la discusión con el oficialismo. A esta altura de las cosas, se ve que los mandatarios de la Región Centro, Maximiliano Pullaro (Santa Fe) y Rogelio Frigerio (Entre Ríos) comandan, por el peso propio de esa zona productiva, al grupo de jefes políticos provinciales.
En realidad, el gobernador con mayor peso es el kirchnerista bonaerense Axell Kicillof, pero éste juega una partida aparte con los mandatarios de su sesgo político. Esa será una disputa para seguir de cerca con el tiempo porque va mucho más allá de lo que pasará en el Congreso con este proyecto de ley.
Y apareciste tú
Como a si esta novela le faltaran protagonistas, reapareció el expresidente Mauricio Macri indicando que quiere ser el conductor formal del PRO. Casi como de compromiso, los líderes provinciales de esa fuerza política firmaron una carta en la que dicen apoyar las aspiraciones del extitular de Boca Juniors.
Entre los firmantes está el titular del PRO Córdoba, Oscar Agost Carreño, aunque desde su entorno se manifestó que si bien el dirigente convalidó la aspiración, considera que éste no es momento para formular planteos de esa naturaleza.
Hoy Agost Carreño participa de la mesa chica de las decisiones que adopta la oposición, que el lunes pasado realizó una intensa reunión en la oficina de la Jefatura de bloque de la UCR que ocupa el radical Rodrigo de Loredo y que por años fue “la segunda casa” del exdiputado Mario Negri. Por eso, no faltaron las chanzas que aludían a la presencia en el ambiente del entrerriano afincado hace décadas en esta provincia. ¿Algunos radicales lo extrañarán?