La industria de la alimentación está padeciendo el 2019. Aunque no sea el sector productivo más perjudicado -por caso la industria automotriz registra una caída en las ventas del 40% respecto al año pasado-, lo cierto es que más de 12.000 trabajadores en todo el país se vieron afectados por la crisis en distinta medida, con acciones que van desde adelanto de vacaciones y suspensiones hasta despidos, jornadas reducidas y retiros voluntarios. Héctor Morcillo, secretario General del Sindicato de la Alimentación de Córdoba no duda: “si ha disminuido el consumo de leche per cápita imagínense cómo ha caído el consumo de dulces, caramelos y galletitas”. La referencia del dirigente gremial tiene relación con la situación de Grupo Arcor, un ícono de la industria cordobesa, que este año viene registrando una caída del 20% en sus ventas y su red de proveedores (más de 8.000) se ha visto afectada. No se trata de caerle a la empresa de la familia Pagani, sino sólo de mostrar cómo una compañía con el mayor grado de internacionalización del país (posee 47 plantas en Latinoamérica y presencia comercial en 120 países), una importante diversificación de sus negocios (alimentos de consumo masivo, agronegocios y packaging), un muy amplio portfolio de productos (fábrica más de 1.500 ítems diferentes) y de contar con una fuerte presencia en diversos sectores a partir de alianzas y adquisiciones que se concretaron en los últimos años, sufre la brusca caída del consumo que afecta al país.
¿Cuál es la explicación? Gran parte de sus ingresos provienen del mercado interno, puntualmente el 71% de sus ventas: ahí radica buena parte de los por qué para entender la compleja situación que atraviesa la empresa.
Morcillo añade que parte de los resultados actuales que se ven en el sector industrial alimenticio se dan por las reacciones de algunas empresas ante los cimbronazos de la macro: “Muchas empresas han apostado a precio y no a volumen y ésta es la consecuencia directa. Aumentaron los precios y luego fueron aumentando con cada salto del dólar. Después de las PASO remarcaron entre un 15% a un 35%, es decir que apostaron a precio y no a volumen. Podrían no haber aumentado tanto los precios, entonces cuando se cae toda la demanda del mercado interno producto de la pérdida del poder adquisitivo de los salarios y la alta inflación existente vienen estos coletazos”, destaca.
Los lácteos, afectados. Un informe del IERAL de Fundación Mediterránea destaca que desde mediados del año pasado la cadena láctea enfrenta una demanda interna debilitada, “por el deterioro en la capacidad de consumo de las familias, particularmente en los segmentos asalariados”. En ese sentido, se señala que la caída de consumo sería acompañada luego por una importante suba de precios de los productos lácteos.
“Esta combinación de demanda floja por la crisis y encarecimiento de lácteos en góndola, profundiza la caída del consumo y sólo puede explicarse por un problema de escasez de materia prima y/o de sus productos derivados”. Hacia fines de 2018, con una caída en las ventas y una baja de leche cruda que se agudizaría en el primer trimestre de 2019, los precios comenzaron una escalada.
Ese fuerte ajuste de precios de los lácteos se refleja en el indicador que IERAL construye y monitorea en el valor de una canasta de productos comercializada en el mercado interno (valor de la “integración Láctea”, lo que paga el consumidor, en promedio, por cada litro de leche cruda que se ha utilizado en la elaboración de la canasta).
De acuerdo a la estimación de IERAL, la integración láctea alcanzó los $ 49,1 por litro elaborado en junio de 2019 cuando un año atrás se ubicaba en $ 25,5 ($ 39,5 a pesos constantes de junio 2019). Según estos valores, “la canasta de productos lácteos subió un 92% en los últimos 12 meses, superando al ritmo de la inflación en 23 puntos porcentuales”. Desde la entidad advierten que el valor de la integración en junio 2019 es uno de los más elevados de los últimos 7 años, combinación de costos más altos y menor flujo de productos; la oferta volcada fue insuficiente en relación a la capacidad de absorción de la demanda local y esto se explica no por crecimiento de esta última, dado el contexto recesivo antes mencionado, sino más bien por retroceso de la primera.
Como conclusión, el informe destaca que la mejora en el precio de la leche cruda “llega en un momento necesario para recomponer la ecuación económica de los tambos, luego de varios ciclos productivos difíciles para la actividad”. En ese sentido, agregan que “la suba de precios ha sido tan fuerte que una buena noticia para uno de los eslabones de la cadena está siendo un problema para otros actores del complejo, incluyendo no sólo la industria o la exportación, sino también al propio consumidor de productos lácteos (interno y externo). Estas oscilaciones bruscas no contribuyen al desarrollo de la cadena, apreciación que aplica, por supuesto, en las dos direcciones: no le sirve a la cadena que el precio de la leche cruda baje mucho y se trata de una muy mala noticia para los tambos aún cuando pueda aliviar (en más o en menos, y en una mirada cortoplacista) al resto de los actores”.
Un plan contra el hambre. ¿Cómo superar la situación? La situación se presenta tan compleja que el presidente electo Alberto Fernández se abocó de lleno a la creación del programa “Argentina Contra el Hambre”, con el objetivo de que “todos puedan acceder a la canasta básica de alimentos”. A través del denominado Consejo Federal Argentina Contra el Hambre, que en el plano técnico fue delineado por el diputado nacional y probable ministro de Desarrollo Social, Daniel Arroyo, el plan tiene varias acciones: una de las más importantes es la creación de un consejo donde estén los productores de alimentos, las universidades, los dirigentes sociales y sindicales.
Los ejes del plan “Argentina Contra el Hambre” son:
-Creación del Consejo Federal “Argentina Contra el Hambre”, que se propone como un “espacio institucional de articulación entre el Estado Nacional, junto a los estados provinciales y municipales”, formado por “universidades, sindicatos, cámaras empresariales, iglesias, organizaciones sociales y actores locales”.
-Acceso a la Canasta Básica de Alimentos, donde se propone que “Precios Cuidados” tenga estatus de ley y además promueve la puesta en marcha de una nueva lista alimentaria con productos “saludables” mediante la creación de “una gran red de círculos de productores locales y consumidores para comprar a precios baratos frutas, verduras, lácteos y carnes”.
-Devolución del IVA (Impuesto al Valor Agregado) a familias en situación de vulnerabilidad.
-Reducción de los precios de los productos saludables.
-Sanción de una ley de Góndolas “para garantizar variedad de marcas en los productos alimenticios y mayor competencia”.
-Conformación de una figura colectiva de cooperativa de la agricultura familiar, con un régimen especial impositivo, para promover la comercialización conjunta y a escala.
-Creación de un Programa Nacional de Seguridad Alimentaria que incluye “alimentos frescos como frutas, verduras, carnes y lácteos en las políticas públicas de alimentación y nutrición compradas por parte del Estado a los sectores de la economía social y popular”.
-Creación de “Fondo Federal de Alimentación y Nutrición sobre la base de un porcentaje del presupuesto nacional”.
-Compra por parte del Estado a los “productores de la economía social y popular, de la agricultura familiar y campesina y la micro y pequeñas empresas”.
-Promoción de canales de comercialización de alimentos y economía social. (DC)