La elección del próximo 14 de noviembre dejará el resultado contundente de la victoria de Juntos por el Cambio y una derrota que, por ahora, tratan de que sea digna en el schiarettista Hacemos por Córdoba.
Sin embargo, a ambos lados de la grieta cordobesa saben que las legislativas desatarán un frente de batalla que es la sucesión del gobernador Juan Schiaretti en dos años. Abriendo así una disputa en el oficialismo y en la oposición, donde comenzará a reinar la tensión por los objetivos compartidos que tienen varios.
En el arco opositor, se sabe que los aliados de Mauricio Macri y Horacio Rodríguez Larreta en Córdoba deberán limar esas diferencias y que prefieren no hablar de lo que ocurrirá a partir del 15 de noviembre.
Luis Juez y Rodrigo de Loredo, de sintonía fina en plena campaña como compañeros de boleta, tienen como meta un desembarco en El Panal. Objetivo que no necesariamente es compartido. Y a esto no lo desconocen en el radicalismo como así tampoco en el entorno del exintendente y candidato a senador de Cambiemos.
Sin embargo, esa tensión también se vive en el peronismo provincial. Porque las diferencias en las últimas semanas entre varios actores de peso se acentuaron, porque las críticas hacia las candidatas que varios no se animan a hacer lo sostienen en privado con algunas charlas, y porque como ocurre siempre: la derrota, una vez más, será huérfana.
Entonces, atarse a la ilusión de nacionalizar la Gestión Córdoba, empezar a militar el concepto de ‘partido provincial’ y subirse todos al lanzamiento de Schiaretti 2023 con el cordobesismo apuntando a la Casa Rosada, son parte de una estrategia que asoma como una salida decorosa a una derrota inevitable. Aunque, por debajo de esto, la verdadera disputa sea la sucesión de Schiaretti en dos años.
Desde el Palacio. Después de las Paso hubo algunas facturas por lo bajo al flojo rendimiento de la boleta de Alejandra Vigo y Natalia de la Sota en la ciudad que Martín Llaryora gobierna hace casi dos años. En el entorno del intendente desestimaron las críticas que empezaron a llegar y se escudaron diciendo que “no lo vinieron a buscar a Martín para la campaña. Una ‘vivo’ de Instagram no es formar parte de una campaña”.
Sin embargo, le reclaman que hubo poca militancia del llaryorismo y apuntan a una jugada apresurada en los últimos días de algunos funcionarios del entorno del intendente en algunos barrios de la Ciudad.
De todas maneras, creen algunos que el resultado de esa fricción entre el Palacio 6 de Julio y El Panal se podrá desactivar en foto conjunta de Schiaretti con Llaryora y frases de rigor como la jugada en tándem o el famoso “con Martín jugamos de memoria”, que supo lanzar en algunas ocasiones el gobernador. Al margen de esta rispidez, hay peronistas que descreen de la instalación de alguna figura en el corto tiempo que le pueda hacer sombra a Llaryora rumbo al 2023.
En el nombre del padre. Natalia de la Sota empezó a repetir en los últimos días que “en el peronismo de Córdoba no hay herederos”. Y eso no cayó bien en algunos sectores. La hija del exgobernador José Manuel de la Sota acentuó sus recorridas con el gobernador por el interior, el delasotismo ve hasta algunos guiños a la legisladora por parte del mandatario, aunque eso por ahora no se traduce en una intención de proyectarla en dos años.
El vice y el ministro. Por último, quedan dos hombres: el vicegobernador Manuel Calvo y el ministro de Gobierno, Facundo Torres. El hombre fuerte de la Unicameral acelerará por un nuevo intento después de las elecciones. En silencio, también reconocen en la Legislatura que tampoco lo llamaron para la campaña. En tanto, el ministro busca acentuar la relación con los intendentes. Y será, de la nueva camada, los que revaliden cargo en diciembre. Si sigue, habrá un aval; una decisión contraria, lo hará correr desde otro lugar.