El Instituto para el Desarrollo Social de Argentina (IDESA) elaboró un documento en el que plantea que la perdida del oficialismos en las elecciones PASO del 12 del septiembre «desató una severa crisis política».
De acuerdo con la entidad que preside Jorge Colina, «el reproche más sustancial de la vicepresidenta es el manejo excesivamente conservador del gasto público en un momento en que la gente atraviesa muchas dificultades económicas. El no haber expandido más el gasto público es, según su diagnóstico, la principal razón de la derrota del oficialismo en las PASO».
En lo que va del 2021, el gasto público creció. «Para lograrlo se emitieron bonos del Tesoro que sólo permitieron renovar los vencimientos de deuda pública. Prácticamente, todo el déficit fiscal se financió con emisión», marcó Idesa.
Y agrega: «el Banco Central, por su parte, tuvo que absorber con Leliq y pases aproximadamente la mitad de la emisión monetaria para que no se vaya al dólar y a los precios. Así, aun llevando a niveles limites el endeudamiento del Tesoro y del Banco Central, la inflación está siendo del 46% promedio anual».
Teniendo en cuenta la dinámica del gasto publico y de acuerdo con los datos del Ministerio de Economía, si se comparan los primeros 7 meses del 2021 con igual periodo del 2020, se observa que:
- El gasto público primario (excluyendo el pago de intereses) aumentó un 34% que, ajustando por inflación, implica una caía del -8% en términos reales.
- El gasto en prestaciones sociales (jubilaciones, asignaciones familiares y ayudas asistenciales) aumentó 21% que, ajustado por inflación, es una caída del -17%.
- El gasto en subsidios a la luz, gas y transporte subió 80% por lo que, ajustando por inflación, implica un aumento de 29% en términos reales.
Estos datos muestran que el gasto público creció nominalmente, pero la alta inflación produjo una importante licuación en términos reales. «No es que el gobierno no aumentó el gasto, como plantea la vicepresidenta, sino que la inflación lo licuó. Esta manera espontánea de hacer el “ajuste” en las cuentas públicas es muy ineficiente y regresiva», remarca la entidad.
Las prestaciones sociales –que en general benefician a sectores más vulnerables– cayeron en términos reales. Los subsidios a la luz, gas y transporte –que en su mayor parte benefician a segmentos medios y de altos ingresos– crecieron por encima de la inflación.
Finalmente, la entidad plantea «¿Qué hubiese pasado si el gasto crecía nominalmente más de lo que lo hizo?». Frente a tal incógnita, sostiene que «en las actuales condiciones macroeconómicas, difícilmente se hubiese podido evitar que la inflación se acelerara. La razón es que al Tesoro no le resulta fácil conseguir que le presten plata para financiar más gasto.
Y agrega: «a su vez, la capacidad de absorber el exceso de emisión por parte del Banco Central también está al límite. Por lo tanto, el aumento nominal de gasto público no logra incrementos reales porque la inflación –producida por el propio aumento del gasto– lo licúa. Aumentando el gasto público –como demanda la vicepresidenta– lo único que hubiese provocado es una mayor inflación con caída de las prestaciones sociales y más fondos públicos en favor de familias de ingresos medios y altos a través de subsidios a las tarifas»