Desde que decretó el aislamiento social, preventivo y obligatorio el pasado jueves 19 de marzo para hacerle frente al coronavirus, Alberto Fernández no pisa la Casa Rosada.
Recluido en Olivos, alterna su agenda entre la quinta presidencial y los distritos del conurbano bonaerense que recorre casi a diario: es, junto a la Ciudad, la zona del país que más lo preocupa en relación con el avance de la pandemia que tiene en vilo al planeta. Allí se concentran poco más del 70% de los casos de la Argentina.
Fernández quiere saber cómo es la progresión de la cuestión sanitaria, cómo es el impacto en las fronteras y en las provincias, cuáles son, hasta ahora, las repercusiones en los diferentes sectores productivos y de la economía y el panorama del mercado laboral, y con qué herramientas legales cuenta para continuar y, en todo caso, modificar el aislamiento.
El Gobierno no va a comunicar hasta el fin de semana hasta cuándo se extiende la cuarentena. El mandatario primero va a terminar de desmenuzar los parámetros de cumplimiento de estas semanas de confinamiento social, las solicitudes de los sectores de la producción y el trabajo, los pedidos de los gobernadores y la opinión crucial del comité de especialistas convocados a principios de marzo por la Casa Rosada.
Se había previsto en un principio que el sábado se comunicara en forma virtual con todas las provincias. Pero por ahora está descartado. Habría conversaciones por separado.
Fernández está convencido desde hace tiempo de prolongar la cuarentena al menos hasta fin de mes. Todo abril. En coincidencia con los epidemiólogos e infectólogos. Se supone, en esa línea, que el aislamiento podría seguir incluso en buena parte de mayo. Al menos en los principales centros urbanos.