Por Eduardo Bocco. El gobernador Martín Llaryora recibió una muy buena noticia el domingo pasado, a la tarde, tras la finalización del superclásico en el estadio Mario Alberto Kempes. No se trató del resultado deportivo sino del operativo de seguridad que no ofreció ninguna hendija para que se lo cuestionara. Eligió el perfil bajo y prefirió que fueran los propios periodistas deportivos y la gente (casi 60 mil personas) las que elogiaran.
El ministro de Seguridad, Juan Pablo Quinteros, seguramente se quedó con las ganas de posar domando un Tiranosaurio Rex furioso y hambriento o parando un tsunami con una sola mano. La AFA le levantó el pulgar a Córdoba y el martes próximo se jugará una de las semifinales de la Copa de la Liga, que tendrá como protagonistas a Boca y Estudiantes. Otro desafío.
Llaryora vivió esto como un bálsamo entre tantas urgencias económicas. Los números de Córdoba no están bien por decirlo de una manera elegante y hay problemas que penden como una espada de Damocles sobre la cabeza del gobernador.
Uno de los principales inconvenientes es la deuda externa tomada en dólares por la administración de Juan Schiaretti y pronto hay vencimientos, concretamente en junio. Córdoba tiene el 97% de su deuda en moneda extranjera, lo cual provoca el fastidio de los llaryoristas con traje de funcionarios. “Es una mochila muy pesada esa deuda”, se quejan los nuevos habitantes del Centro Cívico. Los soldados de Schiaretti no tardan en replicar: “La deuda se tomó para hacer una fenomenal obra pública. Si no hubiera sido por eso, hoy Martín no sería gobernador”.
Después está el eterno drama de la Caja de Jubilaciones. La Nación no cumple y Córdoba no recibió un peso en todo el año. No sería sorpresa para nadie si en el paréntesis que implica la sanción de la ley Bases o el Pacto de Mayo que se firmaría en Córdoba, Llaryora demande ante la Corte o el fuero federal el pago de la deuda. Hoy es un problema insoluble.
También fue clausurada la colaboración económica por los subsidios al transporte, otro dolor de cabeza que por ahora no tiene ningún remedio. Sólo medias palabras de algunos funcionarios que prometen devolver esa plata a través de obra pública, por ejemplo. A propósito, habrá una reunión de intendentes en Rosario a la que asistirá Daniel Passerini y allí también estará Guillermo Francos, el principal nexo de las provincias con el Gobierno nacional, ya que Milei no habla con ningún gobernador. Probablemente se hable de la continuidad de obras pública interrumpidas por falta de fondos para avanzar. Las cárceles, por ejemplo, serán una de ellas.
Atrás se encolumna el subsidio al transporte. Su eliminación genera un gran dolor de cabeza a las arcas provinciales. Córdoba no es la excepción. El ejemplo está estos días con la interrupción de los servicios de Aoita, lo que acarrea severos inconvenientes no solamente a los usuarios sino a las pequeñas y medianas empresas, a las familias y a los profesionales, por citar sólo algunos integrantes del rubro “perjudicados”. Allí se multiplican las voces de protesta que tienen a Llaryora en el centro de las críticas.
El factor Vigo
También tiene problemas políticos el gobernador. La relación personal con Alejandra Vigo siempre será una incógnita, pero la estructura poderosa de la senadora nacional, especialmente en la ciudad de Córdoba, es un contrapeso fuerte para los planes de Llaryora.
“Alejandra debiera entender que Juan Schiaretti, su principal socio político además de esposo, ya no es gobernador”, mascullan los llaryoristas.
Vigo no responde con palabras pero mueve sus fichas. Salió indemne luego de su participación en la última sesión del Senado, cuando prefirió irse del recito antes de la votación del aumento de la dieta de los senadores.
Finalmente está la elección de Río Cuarto, la primera en la provincia desde que el sanfrancisqueño es gobernador. Todo un desafío porque el peronismo podría perder y el radicalismo recuperaría la ciudad, lo que se convertiría en un hecho destacable para las elecciones legislativas de 2025.
Todo esto sin nombrar a Juez, el dirigente opositor que más mira el peronismo, pero eso es motivo de otra tertulia.