Acostumbrados a vivir contrarreloj, a tener libertades de las que recién hoy somos plenamente conscientes, a poder decidir qué hacer y a dónde ir sin imaginarnos que el mundo nos jugaría esta pasada.El mundo se detuvo para ponernos a prueba y darnos la oportunidad de generar un cambio verdadero, para aprender y adaptarnos a la era del COVID-19.
La frase de Mafalda “paren el mundo, me quiero bajar” de repente cobró sentido. Todo por efecto de un virus. Un mundo lleno de ambigüedades, donde el tiempo parece no alcanzar; se pierde cada vez más el contacto personal y crece el virtual y la elección de trabajar de manera independiente aumenta, dejando atrás relaciones de dependencia laboral (y personal). Un mundo donde nos miramos a través de las pantallas, nos expresamos mediante emojis y en el que vibran más los celulares que los corazones.
Hoy nos encontramos en una situación sin precedentes, que nos llevó en cuestión de días a cambiar nuestras vidas. Salir del modo automático para centrarnos en lo simple y cambiar nuestros propios paradigmas. El impacto mundial de la pandemia repercutirá en todos los ámbitos, por lo que es un buen momento para corregir nuestro comportamiento como sociedad, dejar de postergarse para poder reinventarse y evolucionar.
Por: Carolina Maldonado
CONVIVENCIA: AMOR, HUMOR Y RECREACIÓN
La cuarentena trajo aparejado muchas aristas para analizar, entre ellas la convivencia en casa y las relaciones de familia. Acostumbrados a una rutina con diferentes horarios y poco tiempo compartido en el hogar, nos pone a prueba el amor, la tolerancia y la paciencia entre padres e hijos y también con la pareja. Esto implica readaptar la rutina diaria, compartir
espacios, planear actividades juntos, colaborar entre todos y también es aconsejable tomarse un momento para uno mismo.
Respecto a este tema, la licenciada en Psicopedagogía y escritora Liliana González , comentó: “La pandemia imprevista en términos de vínculos, nos encontró con lo que veníamos construyendo; si la convivencia era difícil se transformará en más difícil, si era buena quizás ayude a enriquecerla. Las problemáticas vinculares, suelen disiparse cuando uno está vinculado más en el afuera y poco en el adentro y en tiempos de cuarentena nos obliga a encontrarnos con todo eso que habita dentro de nuestro hogar. Yo creo que cuando la convivencia es buena, en general, existe la enorme posibilidad de sostener los rituales familiares para compartir momentos juntos”.
Los niños, al no poder salir a jugar, liberar energías y ver a sus amigos, también están en una situación de estrés y los únicos que pueden contenerlos son los adultos que viven con ellos. Hoy los adultos tienen doble objetivo: calmar su propia ansiedad y también la de los chicos. Es recomendable hablar de manera didáctica sobre lo que está sucediendo, obviando detalles que puedan herir su susceptibilidad. El tener que convertirse en mamá maestra o papá maestro no es tarea fácil y requerirá de mucha paciencia. Es muy importante dejar un momento libre para descansar y conectarse con uno mismo.
Por otro lado, la convivencia entre parejas sin hijos nunca dejó de ser un desafío y más aún en épocas de cuarentena. Cumplir con la rutina home office y generar espacios de encuentros de forma relajada o planear actividades de ocio juntos. La paciencia y la tolerancia serán dos aliados fundamentales; estar en un ambiente armónico ayuda a tener una cuarentena agradable. “Hay que multiplicar los gestos de amor. Todo tiene un feedback, lo que uno da vuelve, hay que trabajar para construir una convivencia amorosa, que no es idílica ni de películas pero sí una batalla cotidiana para sacar lo mejor de ella” agregó Liliana González.
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