Por Eduardo Bocco. La confiabilidad en las encuestas decrece día a día, de eso no hay dudas. Se escucha a diario que no sirven más, que son malintencionadas, que están dibujadas y que muchas son un negocio. Sin embargo, hay un dato que no se puede ignorar: la política o, mejor dicho, el sistema de partidos las sigue observando detenidamente y un candidato de partido importante no da un paso o no pronuncia una palabra sin consultarlas.
Entonces se abre una duda: ¿son una herramienta nefasta o una herramienta que ayuda a construir el mensaje y para evaluar lo que está pasando en la sociedad?
Por lo pronto, para la elección del gobernador de Córdoba hay encuestas con resultados contrapuestos: una amplísima mayoría de investigaciones de consultoras provinciales dice que gana Martín Llaryora. Los porcentajes varían: algunos dicen “por más de 15 puntos” y otros son más módicos ya que pronostican una ventaja de 7 puntos porcentuales. Los últimos afirman: “(Luis) Juez ha crecido dos puntos en los últimos días pero ahora se amesetará y obtendremos un triunfo claro pero no por goleada, como muchos se atreven a decir”.
De otro lado del mostrador, los juecistas-radicales muestran otros estudios “que vienen de Buenos Aires”, según palabras y que marcan una victoria de Juez sobre Llaryora “apretada pero victoria al fin”.
Al explicar los motivos del resultado, listan los graves problemas de inseguridad que tiene la provincia y el hartazgo que puede suponer en el electorado las dos décadas largas de gobiernos peronistas (José Manuel de la Sota derrotó a Ramón Mestre en diciembre del ’98 y asumió en julio del ’99). Después existen otros puntos flacos de las administraciones justicialistas pero las dos primeras se llevan todos los títulos.
Llaryora confía en su capacidad de gestión y en la del gobernador Juan Schiaretti. “Nosotros hacemos”, reitera a menudo el intendente de Capital y candidato a gobernador por Hacemos Unidos por Córdoba.
Uno habla y el otro hace
La candidata a vice de la coalición liderada por el peronismo, Myrian Prunotto, se metió en el barro de la campaña: “Hay dos candidatos peronistas, uno hace y el otro habla”.
En estos últimos días de campaña, Llaryora apuesta a un mis mix de visitas al interior y a Capital. Bullrich iba a estar esta semana en Córdoba en respaldo a Juez, pero finalmente no viajó por inclemencias climáticas.
El otro presidenciable de Juntos, Horacio Rodríguez Larreta le trajo problemas a Juez con su deseo de aliarse con Schiaretti, aunque después, las benditas encuestas dijeron que ese episodio benefició al candidato a gobernador opositor, que podía mostrarse estafado y luchando contra molinos de viento.
Y como si fuera poco, la noche del cierre de listas, Juntos por el Cambio tuvo una jornada patética, con un candidato a vice, Marcos Carasso, que se pareció más al profesor Neurus que a un dirigente político serio. El actual diputado nacional quería ser candidato a vice y a primer legislador provincial para no perder privilegios en caso de una derrota. Neurus es un personaje conocido por los +45 que solía decir: “Uno para ti, 100 para mí”. Quienes lo ignoren búsquenlo en Google, no se van a arrepentir.
El peronismo fue más ordenado en su proceso. Los problemas entre llaryoristas y schiarettistas –algunos solucionados a los gritos– se ventilaron puertas para adentro y no hubo mayores conflictos. Lo que más ruido hizo fue la campaña presidencial de Schiaretti y sus contactos con Juntos por el Cambio. Muchos peronistas no digirieron esa jugada.
Así se llega al cierre. Obviamente, sobre la pregunta ¿quién gana el domingo? no se dará una respuesta clara. Ni el más optimista de los militantes podría poner las manos en el fuego.