Por Eduardo Bocco. Cuando en un momento del acto encabezado por Sergio Massa en la ciudad de Río Cuarto fue mencionado Juan Schiaretti, de inmediato se escucharon algunos silbidos, no muy fuertes pero que fueron perfectamente audibles como para incomodar a cierta parte del auditorio. “La idea no es pelearse con nadie”, murmuró un dirigente local de Unión por la Patria, en desacuerdo con esa movida.
¿Quién silbó al gobernador, en tiempos en los que el candidato presidencial del oficialismo intenta acercar posiciones?
La rechifla vino de un grupo que estaba diseminado en diferentes posiciones dentro del acto y que responden al secretario de Articulación del Ministerio de Transporte, el abogado Marcos Farina, quien siempre tuvo muy buenas relaciones políticas con Adriana Nazario, ex pareja del fallecido exgobernador José Manuel de la Sota.
Farina fue legislador provincial y posteriormente ministro de Gobierno del último período gubernamental de De la Sota y llegó a esa posición con el respaldo total de Nazario.
Luego, realizó un caminito importante en el Gobierno nacional, mantuvo buenos contactos con el kirchnerismo y finalmente se puso bajo el ala del massismo y se afincó en el Ministerio de Transporte, ocupando diferentes funciones. Es importante subrayar que esa cartera es prácticamente un feudo del actual ministro de Economía.
Farina tiene diferencias históricas con el schiarettismo y en la campaña previa a la primera vuelta consideró que el jefe del Ejecutivo provincial era lo mismo que Patricia Bullrich y Javier Milei.
Ahora se ignora si le rechifla fue un acto espontáneo de los militantes o si ya venían con la consigna marcada por el jefe de la agrupación política. Es más, es posible que ahora se niegue la autoría aunque con sólo verle la cara a los manifestantes resulta más que fácil hacer el encuadramiento político.
Achicar es la consigna
Massa pasó por Córdoba con el objetivo de achicar distancias con el poder de Córdoba, especialmente con Schiaretti que no se la hizo fácil porque el gobernador saliente insistió con que la Casa Rosada viene ahora a hablar de federalismo cuando en 20 años de gestión nunca lo hizo.
Massa puso cara de Dalai Lama, siguió con su prédica y busca encontrar mayor aceptación en Llaryora, quien si bien se mostró solidario con Schiaretti en las críticas al juicio político a la Corte, es más benigno.
Al acto de suscripción a la tarjeta Sube –iba a ser el año pasado– Llaryora envió a su secretario de Transporte Marcelo Rodio, aunque el viaje del funcionario se decidió casi sobre la hora. El funcionario no preparó la excursión sin antes tener el expreso visto bueno del intendente.
De todas maneras hay gestos de Llaryora a Massa, los cuales se traducen, además del reciente en la capital alternativa, de la sorpresiva foto de la secretaria de Prevención de la Salud, Liliana Montero, con la esposa de Massa, Malena Galmarini.
Si se hace un peinado fino, da la impresión que el peronismo de Córdoba, sin definición expresa, se dividirá de la siguiente manera: Schiaretti para los libertarios y Llaryora para Massa. Por lo pronto, el gobernador saliente ya regresó de la gira asiática, mientras que el electo, deja Austria para recalar en la última parada: España. El viernes a última hora o el sábado estará en Córdoba.
En campaña, el expresidente del club Tigre prometió el oro y el moro para Córdoba y en todos sus discursos almibaró los oídos de los peronistas locales elogiando sin límites a José Manuel de la Sota.
Hay que decir que Massa y De la Sota tuvieron unas cuantas idas y venidas y que los portazos o las huidas en puntas de pie, signaron buena parte de la vida política dos dirigentes que se parecieron mucho en un aspecto: las contradicciones.