Por Eduardo Bocco. Martín Llaryora tiene halcones y palomas dentro de su entorno y, por lo tanto, posiciones enfrentadas. Los primeros proponen rigidez extrema con los adversarios como método para crecer políticamente, sobre todo a nivel nacional. Los segundos son más negociadores y están convencidos de que el diálogo sigue siendo la mejor herramienta para despegar, aunque a veces justifican actitudes u opiniones más duras.
En los últimos días, parecía que la realidad le daba la razón a las palomas llaryoristas ya que el presidente Javier Milei –hoy el principal contendiente público del gobernador– la semana pasada le dio descanso al sanfrancisqueño y enfocó sus cañones hacia el gobernador de Chubut, Ignacio “Nacho” Torres, con quien protagonizó un novelón durante todo el fin de semana. El patagónico desde medios porteños, y el jefe de la Casa Rosada por redes sociales y alguna que otra nota, ya que se encontraba en los Estados Unidos.
También el mandatario nacional se volvió a trenzar con el jefe del Ejecutivo bonaerense, Axel Kiciloff, otro de sus preferidos a la hora de protagonizar alguna esgrima verbal o escrita en determinadas redes sociales.
Sin embargo, hace un par de días, el hombre de La Libertad Avanza volvió a cargar contra Llaryora y renovó sus cuestionamientos: lo llamó otra vez traidor y le señaló algunas prácticas que considera corruptas.
Sin gritar, Llaryora devolvió los cuestionamientos a través de las redes sociales. Se diferenció todo lo más que pudo y, por otro lado, mandó a sus ministros, legisladores y otros dirigentes a pegarle a Milei. Entre ellos se cuentan la senadora Alejandra Vigo, el intendente Daniel Passerini, varios ministros y la vicegobernadora Myrian Prunotto.
“Hay que seguir marcando la cancha, será cosa de todos los días”, apuntó un observador de la interna peronista. Y aclaró: “Hay que tener cuidado de que a nadie se le salga la cadena porque una cosa es diferenciarse y opinar desde las antípodas y otra enguerrarse”.Halcones y palomas, como quedó dicho.
Desde un sector del entorno y desde afuera de ese entorno, le sugirieron a Llaryora “no encabezar ningún movimiento nacional” y estimaron que lo que tenía que decir ya lo dijo durante sus excursiones a los medios de comunicación de la Ciudad de Buenos Aires. “Ahora debe mantener su posición y no avanzar ni buscar confrontaciones estériles”, recalcaron las fuentes.
Sin embargo, no está de más aclarar que laS definiciones siempre las tomará Llaryora. Escucha a todos pero define él, por más argumentaciones de halcones, palomas y otros seres del reino animal que puedan irrumpir.
¿Por qué Llaryora le replica casi todo a Milei?
La pregunta es relativamente fácil de contestar y tiene dos aristas: primero, porque considera que se están vulnerando los derechos de Córdoba y las deudas deben honrarse, como la de la Caja de Jubilaciones, por ejemplo. Después se pueden listar el incentivo docente y el subsidio al transporte, ambos eliminados de cuajo.
Es que Llaryora piensa que no puede dejarle el escenario disponible a sus opositores en la provincia: Luis Juez y Rodrigo de Loredo. El primero por ahora no ha ido a fondo (más bien todo lo contrario) y el radical ya se inscribió en la primera línea de los opositores.
“Hay que mirar la provincia y no ceder espacios donde tenemos asegurado el control”, repiten cada vez que pueden los amigos del gobernador.
Saben los peronistas defensores del partido cordobés que más allá de la agudísima e inédita crisis que vivimos, 2025 está cerca. Y ese año se vota para elegir diputados nacionales. Llaryora tiene la primera prueba de fuego.