Por Eduardo Bocco. Presidente y gobernadores renuevan los capítulos de una relación plagada de enfrentamientos, celos y desconfianza recíprocas.
“Con Milei nunca se sabe, un día es un angelito y al otro un demonio”, sintetizaba un operador político del gobierno de Córdoba. El vocero hacía referencia a la entrevista que el presidente le concedió a la cadena estadounidense CNN, en la que volvió a cuestionar con severidad a los mandatarios provinciales. Es más en la Casa Rosada deslizan que el jefe del Estado prefiere evitar cualquier tipo de trato con los líderes provinciales.
En paralelo, se trabaja para sacar la ley Bases, antes de fin de mes, y suscribir el pacto de Mayo en la ciudad de Córdoba. Hoy, voceros de diferentes provincias, interpretan que no hay nada firme porque “con Milei nunca se sabe qué pasará mañana”.
En Córdoba, el gobernador Martín Llaryora pasó de los halcones a las palomas y en estos días evita el choque con el poder central. Negocia por elevar el corte de los biocombustibles y por los fondos que debería recibir la Caja de Jubilaciones, aunque el presidente sacó un DNU que dispone que la Nación dejará de enviar esas partidas a las provincias. Elevar el piso de ganancias es otro de los ítems de la discusión. A cambio, está en condiciones de aceptar la propuesta del oficialismo nacional y apoyar la ley bases.
En el medio, el ala política del Gobierno –que Milei tanto desprecia– le pone fichas al jefe del Estado para que acorrale a Llaryora con dos temas: un posible apoyo de la Casa Rosada al senador Luis Juez en 2025 cuando se vote para diputados nacionales, y, además, jugar fuerte en la elección del intendente de Río Cuarto, el 23 junio de este año.
¿Qué queremos decir con jugar fuerte en la elección de Río Cuarto?
Pues bien, el peronismo no logra consensuar una sola figura y en este momento sigue la disputa entre Adriana Nazario, quien fue pareja del fallecido exgobernador José Manuel de la Sota, y Guillermo de Rivas. El consultor Carlos Sichar dice al respecto que ambos dirigentes “se disputan la matriz del voto peronista” de la ciudad del sur. Y si, como se especula en Río Cuarto, Milei puede apoyar al radical Gonzalo Parodi, la hegemonía peronista corre riesgo y Llaryora sufriría un duro impacto, en su primer test electoral desde que es gobernador.
Hay que recordar que el presidente obtuvo 60% de votos en Río Cuarto y, aunque se trate de una elección distinta, ese caudal de sufragios puede pesar mucho en los comicios locales de junio, para los cuales la presentación de alianzas vence el 3 de mayo.
Eso por un lado y, por el otro, está lo que se puede denominar el factor Juez. Llaryora considera al legislador como el único rival de fuste en la provincia, al que considera inmanejable. Por el contrario, cree que con el radicalismo siempre hay una ventana de diálogo, sobre todo con el otro referente opositor, es decir Rodrigo de Loredo.
Y Juez tiene una muy buena relación con el presidente y también como la vice, Victoria Villarruel, lo que es utilizado por la Casa Rosada para molestar al gobernador. ¿Qué pasaría si un Milei supuestamente exitoso apoya una alianza electoral con el juecismo en 2025?
Además, está la asfixia económica porque sabido es que billetera mata galán, y cuando hay plata de por medio no hay pituquito que pueda alzar la voz.
El presidente masculla bronca cuando habla de política pero poco a poco le va encontrando el gustito. Hay que ver sino la jugada que autorizó en la Corte para sentar al sospechado juez Ariel Lijo en un sillón del máximo tribunal del país. Ahí pareció terminarse la batalla contra la casta, al menos en ese andarivel.