Por Gabriel Silva
“Hay dirigentes viejos, no quiero decir viejos, pero que están por encima de los 65 años y podrían estar en otro lugar. No digo de tirar a nadie por la ventana, pero podrían empezar a asesorar”. Con esta frase, el exfuncionario del ministerio de Gobierno, Federico García, evidenció la primera respuesta fuerte de la nueva generación del PJ al bloqueo que la Vieja Guardia les puso a las juntas promotoras del intendente Martín Llaryora.
Y levantó así una bandera por el sector del peronismo que no quiere que la re-re aterrice en la Unicameral y les permita nuevos mandatos a los legisladores que vienen repitiendo períodos en la Legislatura. Concretamente, García apuntó a su rival en el departamento Río Segundo, el jefe del bloque del oficialismo, Francisco Fortuna. Pero, por lo bajo, García se convirtió en la voz de varios integrantes de la nueva camada que no quieren avalar un nuevo mandato a los legisladores del PJ que después quedan en el Ejecutivo, vía pedido de licencia.
Herramienta que utilizaron en el peronismo de más de dos décadas. Se ponía a los principales referentes del PJ en cada departamento como candidato a legislador en el distrito: en Río Segundo, Fortuna; en San Javier, Oscar González; en Marcos Juárez, Carlos Massei; en Calamuchita, Carlos Alesandri; o en Santa María, Walter Saieg. Los dos últimos, con algunas diferencias con el schiarettismo, pero siguen siendo parte del oficialismo provincial.
Y así, una vez que ganaban el distrito, el mecanismo era jurar y tomar licencia para pasar al Ejecutivo. Casi en carácter testimonial. Ahora, en el peronismo hay sectores que quieren discutir esto, y así como la ‘re-re’ es un tema tabú para el radicalismo cuando se habla de intendentes; para el PJ lo es cuando se discuten los mandatos de los legisladores.
Stand by, pero con varios parados
La camada fundadora del peronismo gobernante en Córdoba le puso pausa a las juntas promotoras que lanzaban al intendente Martín Llaryora como candidato a gobernador 2023. Sin embargo, esa decisión consensuada entre el propio gobernador Juan Schiaretti y el intendente Martín Llaryora no impide que nadie desconozca en Hacemos por Córdoba que a la nueva generación le sirvió para parar alfiles en todos los departamentos.
O en realidad, en casi todos los departamentos. Hubo algunos a los que no entraron y lo hicieron para no esmerilar la relación con los fundadores del cordobesismo.
Igual, hay caudillos en el interior que se sienten desafiados, por más que el llaryorismo puro exprese un sólido pedido de unidad para la transición. La mesa chica del intendente se alineó en el discurso del legislador Juan Manuel Cid y descartan la utilización del término vieja guardia. «No hay nueva ni vieja, es todo juntos dentro de un peronismo republicano», dijo una persona de confianza del intendente.
Algo que deberán acatar los nuevos alfiles del llaryorismo.
El radicalismo y sus problemas
En tanto, en la vereda de enfrente la UCR padece sus propios conflictos y no capitaliza nada de la disputa generacional PJ.
Los intendentes del centenario partido aguardan un gesto de sus legisladores que les permita discutir retroactividad de la ley y les brinde un mandato más.
Sin embargo, hay oídos sordos dentro y fuera de la Unicameral, y la inquietud en el interior crece.
Si en las reuniones de esta semana no hay acuerdo, y se trata el tema post receso invernal, el trabajo de los jefes comunales en 2023 será nulo para la elección provincial, la división se sentirá en el interior, a diferencia de lo que ocurrió en 2019 cuando se expandió desde Capital, y nadie descarta que los caudillos territoriales se animen a una lista provincial para desafiar a Luis Juez y Rodrigo de Loredo.