El tablero de control económico que enfrenta la transición entre la gestión de Mauricio Macri y la de Alberto Fernández está plagado de botones. Y la mayoría están encendidos y titilando simultáneamente: pronunciada caída en el nivel de reservas, fuertes compromisos de vencimientos de deuda, actividad económica en picada, indicadores laborales en rojo, presión tributaria al límite, inflación desbordada y tensión diaria con el tipo de cambio. La manera en que se encare la resolución de esas alarmas en los próximos 100 días (40 de transición y 60 del inicio de la nueva gestión) definirán el rumbo del nuevo gobierno.
El problema es que la resolución de algunas alarmas implica el desbalanceo de otras. Un ejemplo: la restructuración de la deuda con el FMI es ineludible. Pero llegará con una condición previa, como es la de mostrar superávit fiscal. Ese objetivo se contrapone con otro igual de urgente: la reactivación de la economía que implica su propia cuota de déficit. Por ello, los analistas y economistas creen que tener un plan integral de estabilización no puede ser sólo una bandera discursiva.
RESERVAS Para el economista Nadin Argañaraz la variable crítica son las reservas. “Creo que en la transición, más allá de un montón de cuestiones, lo más significativo es ver cómo funcionan las reservas. Hay muy pocas reservas y hay que ver cómo evoluciona el mercado cambiario. El Central prácticamente eliminó las chances de atesoramiento con los US$ 200 por mes y una restricción adicional no puede venir por el lado del atesoramiento, va a venir por el lado del flujo comercial o del turismo”.
Para Argañaraz, una vez que se entra en un esquema de control de cambios se terminan extremando las restricciones. “En Argentina siempre se busca restringir la demanda, pero nos encontramos que terminamos restringiendo la oferta, con lo cual, cada vez tenés que poner más restricciones, sino no alcanza”, explica.
¿SE LLEGA? El cálculo en un hipotético ratio entre demandas/tiempo define, según el titular del IARAF, que si la venta diaria de reservas no supere los US$ 50 millones se llega a diciembre con un stock bajo, pero pudiendo cumplir con los compromisos de la deuda no reperfilada. Ahora, si hay que intervenir en el mercado con un volumen mayor esa quita se ponen en riesgo las reservas para avanzar con la deuda.
CONFLICTO DE INTERESES Pensando en la economía que recibe Fernández, Argañaraz remarca que el desafío será poder diseñar un plan de estabilización que ataque, rápidamente, todos los frentes juntos: “el próximo presidente va a tener muy pocas reservas, con vencimientos cercanos, por ende, hay que reestructurar la deuda, a su vez tiene déficit fiscal interno para financiar. Hay que reestructurar la deuda sí o sí y rápido. Hay que sentarse con el Fondo, con los bonistas y ver cómo se reactivan los frentes internos. Todo eso termina en un conflicto de objetivos. Lo que hacés para algo te puede jugar en contra para lo otro. Para reestructurar la deuda necesitás mostrar un superávit primario, mostrar capacidad de pago para pagar lo que ahora no se puede. Pero a su vez, en el frente interno, demanda un déficit primario, porque tenés que reactivar la economía. Ahí está el conflicto de intereses, claro. Puede entrar la maquinita de la emisión y con eso se te desbalancea la inflación”, remarca. Finalmente, en ese complejo equilibrio de avanzar con un plan integral, habrá que monitorear la aparición de elementos disruptivos, siempre posibles durante un delicado proceso de transición.