Está naciendo una marca de innovación poco convencional y diferente de productos y servicios hechos en América Latina y el Caribe; un Made in LAC que se abre camino gracias a la diversidad de su gente. Se trata de una región que presenta grandes desafíos de acceso a la educación, a la salud, a las finanzas, a una vivienda digna, al agua potable o que necesita un renovado impulso en sectores tan vitales como la minería, la alimentación, la agricultura, la energía o el transporte. Y estos desafíos, que no son vistos como problemas sino como retos para resolver, son el tercer identificador de la marca Made in LAC. Se habla de una marca de innovación con una clara conciencia social y medioambiental y a estos nuevos emprendedores les interesa tanto ganar dinero como mejorar la vida de los demás.
Buscan crear nuevas maneras de fertilizar los campos y predecir los desastres naturales, de cuidar la limpieza de los océanos, de proveer el acceso a micro préstamos a trabajadoras domésticas, de mejorar la salud para todos, de usar la telemedicina para atender poblaciones rurales.
Latinoamérica podría liderar con este nuevo paradigma donde la industria de capital emprendedor sea realmente un canal para la financiación de ideas y compañías jóvenes, creadas por equipos diversificados, donde hombres y mujeres de toda condición social y económica, de todas las edades y de geografías diversas, aporten distintas visiones y fortalezas. Debemos lograr un mayor número de emprendedoras que reciban rondas de inversión, que hagan crecer y vendan sus empresas, que vuelvan a emprender, que comiencen a invertir y a servir de mentoras para otras startups devolviendo a la comunidad parte de lo que ellas han ganado. Es el ciclo virtuoso del emprendimiento, algo muy poco frecuente aún entre las empresarias de América Latina y el Caribe.