Enero reflejó la peor cara de la crisis que enfrenta la industria automotriz. Es que ADEFA, la entidad que nuclea a las terminales locales, difundió el informe correspondiente al arranque del año en el que se observan fuertes caídas en todos los frentes.
En el caso de la producción, de las líneas de montaje salieron apenas 14.800 vehículos, lo que implicó un derrumbe del 32% respecto del mismo mes de 2018.
El dato es por demás inquietante: hay que retroceder hasta enero de 2006 para encontrar un nivel más bajo. En ese entonces las automotrices habían fabricado tan solo 12.300 unidades.
En lo que respecta a exportaciones, el «efecto Brasil» tampoco alcanzó para reactivar al sector: según los datos de las terminales, se despacharon al exterior apenas 7.400 unidades, lo que implicó un desplome interanual de casi 29%.
Para ponerlo en contexto, se trata del peor nivel desde enero de 2016, cuando se exportaron menos de 3.900 unidades. En ese entonces, el país vecino -el principal comprador de autos nacionales- estaba sumido en una profunda crisis a nivel político y económico. Además, en la Argentina se acababan de dejar atrás todo el proceso de elecciones, lo que había generado una parálisis en los sectores productivos estratégicos.
Frente a estos preocupantes desplomes, Luis Fernando Peláez Gamboa, presidente de ADEFA, señaló que el desempeño de enero estuvo marcado por el efecto arrastre que dejó diciembre.
«En 2018, el mercado y la industria arrancaron con una inercia que llevó a las estimaciones hacia volúmenes records. No obstante, las turbulencias financieras llevaron a concluir el año con números de ventas y producción más cercanos al comportamiento promedio histórico local», afirmó el directivo.