Ayer, a la mañana temprano, el ingeniero aeronáutico que preside la unidad académica de 1 y 47; su “socio” desde 2003 en el proyecto de vehículos eléctricos a litio y desarrollador de las baterías, el ingeniero y científico de la CIC, Guillermo Garaventta; el joven ingeniero mecánico y electromecánico Tomás Martiarena, comandante del equipo que adaptó el Volkswagen Gol para poder convertirlo en coche eléctrico, y el estudiante de ingeniería en computación Axel López Acuña, que trabaja en la parte de programación del proyecto, viajaron rumbo a Bavio. En la Ruta Provincial 54, que une la 11 con la 2, el EcoAuto levantó 70 Kms/hora con cuatro personas a bordo. Vale aclarar que la velocidad está limitada adrede por cuestiones de seguridad y que tiene una autonomía de 90 kilómetros.
“Solamente se siente el ruido de las ruedas rodando sobre el asfalto. Es hermoso”, dijo Garaventta. Era una mañana espléndida. El EcoAuto descansaba cerca del muro que reza “Bienvenidos a Bavio”. El científico estaba coronando un proyecto que inició junto con Actis en 2003. Primero fue la moto, luego el triciclo que llegó con menos de una carga de batería a Mar del Plata, luego el micrito que lleva a los alumnos a las facultades, ahora el auto. Y se viene el avión.
Pero antes de “volar”, los ingenieros subrayaron, como lo vienen haciendo desde hace años, que “las pilas que se compraron (48 en total) son chinas, pero es muy probable que el litio sea argentino, pues tenemos una de las mayores reservas del mundo. Es hora de que se empiecen a hacer las pilas acá, porque está todo dado. Es posible, genera trabajo de calidad, valor agregado. Es posible fabricar las motos, los autos, los colectivos”.
Garaventta es especialista en sistemas avanzados de conversión y almacenamiento de energía y un militante de la explotación de las reservas de litio del país para construir aquí las pilas y dejar de importarlas.
Mientras relevaba los datos de la prueba, su “socio” Actis enfatizó: “Queremos demostrar la pérdida que está teniendo la Argentina por dejar salir el litio a granel y no en baterías”, y comentó que la Secretaría de Políticas Universitarias de la Nación ya aprobó el proyecto para construir “desde cero” el tercer micrito que transportará alumnos y docentes entre las facultades.
LA FABRICA
Hace poco más de un año, Tomás Martiarena y los entonces estudiantes avanzados de ingeniería mecánica y electromecánica, Damián Pellegrino y Gastón Pary, se encontraban reconvirtiendo el Volkswagen Gol que la Justicia había puesto a tiro de desecho.
“Los primeros pasos consistieron en quitarle gran parte de los componentes mecánicos relacionados con el sistema de combustión. El motor, el radiador, el caño de escape, el tanque de combustible y el embrague”, explicaron.
Utilizaron la caja de cambios original. ¿Por qué? “Tuvimos que adaptarla al pequeño motor eléctrico realizando cortes y reposicionando piezas. No sólo es caja de cambios, sino que funciona como diferencial y como soporte del sistema de transmisión. La decisión de preservarla tuvo que ver con el deseo de conservar las últimas dos funciones y la posibilidad de variar la relación de transmisión. Diseñar una nueva pieza que cumpliera con esas tres funciones hubiese resultado oneroso y no estrictamente práctico, si se tiene en cuenta que la original estaba en perfectas condiciones”, puntualizaron.
El motor eléctrico fue adquirido por la facultad. Es un motor sin escobillas, de corriente continua e imanes permanentes.
Por dentro, el confort y la estética es la misma que la de un auto común. “Esa la idea”, enfatizaron Tomás, Damián y Gastón, e hicieron hincapié en una pieza clave: la palanca cambios. En su cabeza, confeccionada mediante impresión 3D, aparecen 3 letras: A, N, R. Avance, neutro y reversa. Simple. Ecológico. Se puede hacer acá.