(Especial, Norma Lezcano para Perfil Córdoba). En un diciembre caliente, que cierra un año de cambios relevantes para el país, la Bolsa de Comercio de Córdoba reunió al establishment local para presentar su síntesis de lo que dejó 2017, las proyecciones para 2018 y las tendencias que ya se dibujan para el largo plazo.
En ese marco, el economista Diego Dequino, jefe del Instituto de Investigaciones Económicas (IIE) de la Bolsa, expuso que es probable que la trayectoria del Producto en los próximos 15 años se encuentre entre dos límites: de repetirse un escenario como el de 1993-1999, se lograría un crecimiento del PBI del 2,7% anual, mientras que si se presenta un escenario como el de 2004-2010, la tasa sería de 5,5%. “Una tendencia posible se ubica entre ambos extremos, con un crecimiento de 3,4% anual”, indicó Dequino.
Aunque en los primeros ocho meses de 2017 la economía ya recuperó la caída de 2016 (por lo que todo incremento en los meses restantes del año será aporte neto), este ritmo sigue siendo insuficiente para enfrentar dramáticamente el desempleo. En efecto, según los cálculos del IIE, con un crecimiento del 3,4% anual se podría alcanzar un desempleo similar al de Bélgica (8%) y un nivel de informalidad laboral como el de España (18%) recién en el 2032.
En materia de combate a la pobreza, el impacto positivo sería más rápido: para dentro de siete años (2025) se llegaría a la realidad que hoy tiene Canadá (12,6%), lo que significa una reducción de 16 puntos respecto de la situación presente de la Argentina.
Lo importante de sostener un crecimiento constante por encima del 3% (con las correspondientes metas de ejecución de gasto) es que en dos años más ya se tendría un déficit fiscal inferior al de Italia (2,4% del PBI). Y un Estado saneado es más eficiente para proveer bienes públicos de impacto social: “En 2032, se superaría la esperanza de vida actual de Estados Unidos (78,7 años)”, señala el IIE.
Bien, pero lentos. “Estos resultados exponen que Argentina necesita crecer, al menos durante 15 años, a una tasa 2,5 veces más rápida que la población, ya que resulta imprescindible para profundizar el desarrollo y mejorar el bienestar de la sociedad”, enfatizó Diego Dequino. “Al margen de ello –señaló– existen aspectos específicos (como pobreza estructural y déficit habitacional) que deberán abordarse de manera particular”.
En el primer semestre de 2017 la pobreza por ingresos cayó de 30,3% a 28,6% (7,8 millones de personas) en ciudades con más de 80.000 habitantes; de las mismas, 1,7 millones de personas (6,2% del total) son indigentes. El análisis del IIE develó un dato preocupante: al escudriñarse la composición por edad de la indigencia, se observa que existe una adecuada tutela de adultos mayores (20.000 indigentes mayores de 65 años) y una deficiente tutela de la niñez (645.000 menores de 14 años indigentes).
“En términos relativos, la tasa de indigencia en los niños es aproximadamente el doble del promedio general y casi 20 veces la de los adultos mayores”, advirtió Dequino.
Si la tendencia de 2017 se extiende 15 años, en 2032 la indigencia se reduciría al 1,3% (350.000 personas), experimentando una reducción del 82% en el tramo de la infancia- “No obstante, se tendrían 325.000 adultos provenientes de una infancia en condiciones de indigencia. Por ende, se necesita una política activa, directa y específica para eliminar la indigencia en la infancia de forma rápida y contundente”, concluyó el jefe del IIE.