El juez federal Gustavo Lleral visitó este miércoles la comunidad mapuche Resistencia en la localidad chubutense de Cushamen y, tras dialogar con algunos de sus integrantes, tomó la primera declaración a dos de ellos, testigos del operativo de Gendarmería del 1 de agosto, desde cuando permanece desaparecido el joven Santiago Maldonado, mientras que Sergio Maldonado, su hermano, fue recibido por primera vez por la fiscal del caso.
El magistrado -quien reemplazó en la investigación al recusado Guido Otranto- llegó a la comunidad Pu Lof alrededor de las 8, acompañado sólo por dos secretarios y un escribiente, y los tres funcionarios dialogaron durante más de dos horas con Andrea Millañanco, pareja del lonko (autoridad máxima) de la comunidad, Facundo Jones Huala, y Elizabeth Loncopán, entre otros.
En un día lluvioso y frío, el encuentro se produjo en un modesto resguardo en una de las entradas al predio, al que llaman «guardia», en torno a un fogón, y donde funcionarios judiciales y mapuches compartieron varias rondas de mate, mientras dialogaban sobre la necesidad de formalizar en la causa las testimoniales de dos jóvenes, quienes no lo habían hecho hasta ahora.
Se trata de una mujer y un hombre de alrededor de 25 años de edad, cuyas identidades no fueron informadas, y que ofrecieron su testimonio de a uno, sólo ante el juez y los secretarios, en el interior de la camioneta en la que fueron al lugar los funcionarios.
Los mapuches explicaron que antes de las declaraciones transmitieron al juez su preocupación sobre los riesgos de quienes prestan sus testimonios, a lo que les respondieron con explicaciones sobre las garantías procesales para estos casos.
En tanto, Lleral evitó dar declaraciones públicas, limitándose a señalar que encabezó una negociación con los mapuches en el marco del trabajo de investigación del caso, y que «cualquier intervención» externa podría frustrar los objetivos.
Estas dos nuevas declaraciones se suman a las realizadas en el juzgado federal de Esquel ante Otranto por Millañanco, Soraya Maicoño y Fernando Santana, quien dijo haber visto cuando varios gendarmes detuvieron a Maldonado junto al río Chubut, lo golpearon y lo subieron a un camión o unimog, para pasarlo a una camioneta que se lo llevó del lugar.
El juez ya había ido a la comunidad el sábado, pero en esa ocasión sólo dialogó informalmente con los mapuches que se encontraban en el lugar, y su visita fue la primera actuación oficial en el lugar con los integrantes de la comunidad. En ambos casos lo hizo sin custodia policial.
Otranto, en cambio, también había ido al lugar el lunes 18 de septiembre pero custodiado por cientos de efectivos de la Policía Federal, en el marco de un rastrillaje del río y las costas en busca de rastros de Maldonado, y no tuvo contacto con los mapuches.
Por otra parte, mientras Lleral estaba en la comunidad, Sergio Maldonado y su esposa, Andrea Antico, visitaron a la fiscal Silvina Ávila, quien investiga la desaparición de Maldonado, y que hasta ahora no había accedido a una audiencia con ellos.
Los familiares comentaron a periodistas al salir que fueron para conocer los avances de la investigación, sobre la que expresaron su desencanto, y además realizar aportes para colaborar con el trabajo de la fiscal.
Sergio Maldonado dijo que salió del encuentro «con la sensación de que la causa de desaparición forzada sigue en el mismo lugar, no avanza», desde la perspectiva «no judicial, sino de alguien que quiere encontrar a su hermano rápido».
«Evidentemente hay mucha información de los peritajes. Están analizando computadoras y celulares todavía. Tenemos que esperar que se »limpie» un poco la información que hay para ver resultados», agregó.
Indicó además que se llevó de la Fiscalía «información de todo lo nuevo», que deberán «analizar más detenidamente».