-¿Qué evaluación hace sobre la reforma laboral que está en agenda?
-Es más un tema más mediático que político. Hoy no hay ninguna reforma laboral en agenda, de la manera en la que se dio la reforma brasileña: con una ley a aprobarse en el Congreso que cambie radicalmente cuestiones esenciales del mercado laboral. Me parece un fantasma que fue alentado por lo que pasó en Brasil.
-Pero más allá de la alusión mediática, varios funcionarios nacionales mencionaron el tema como parte de la agenda política…
-Forma parte del discurso político del gobierno nacional porque hay una conciencia de que hay que aggiornar algunos de los elementos de las reglas del juego del mercado laboral que tenemos hace muchos años y que no están siendo lo más adecuadas para garantizar lo que necesitamos: crear trabajo. No estamos teniendo el éxito que necesitamos en ese sentido. No hay una reforma laboral pautada, sí criterios que abren una discusión.
-¿Cuáles son los criterios para que el enfoque de esa discusión se “aggiorne” a lo que urge rever en el mercado laboral?
-Primero, las cuestiones legales, como los costos asociados al litigio. En Argentina por cada $100 la empresa tiene que imputar casi el doble. Reducir esa brecha es pérdida para algunos litigantes, pero ganancia para todos. Otro tema importante son las políticas que contemplen beneficios para los trabajadores que están por fuera de la relación laboral por convenio, que representan casi la mitad de los trabajadores. Tenemos que integrarlos con algún nivel de estabilidad laboral. Después, la formación profesional del trabajador activo, que debería ser la nueva Responsabilidad Social Empresaria.