El teletrabajo se convirtió en uno de los cambio que que llegó para quedarse y formar parte de la nueva normalidad. En ese sentido, un estudio de Techvision de Accenture, asegura que el 63% de los ejecutivos locales afirma que mantendrá el home office.
A su vez, puntualiza que sólo el 18% de los ejecutivos argentinos consultados dijo que la productividad de su fuerza laboral se vio impactada por la pandemia. Como evidencia de ello, desde que empezó la pandemia se quintuplicaron los avisos para puestos que ya están pensados para esta modalidad laboral.
Para Carlos Contino, socio gerente de CONA RH, “ya no se discutirá si el trabajo será presencial o a distancia: el trabajo será un modelo híbrido en el cual confluyen ambos por siempre.” Para el ejecutivo, teniendo en cuenta que según Organización Internacional del Trabajo (OIT), el trabajo permanente hoy no representa más del 30% del total del empleo en el mundo y que el impacto de la digitalización seguirá modificando las relaciones laborales, “el consecuente desarrollo de mercados laborales más adaptativos se da en un contexto donde las nuevas tecnologías y la hiperconectividad favorecen que las personas ya «no vayan al trabajo»,
sino que la tarea vaya hacia ellos».
Esa institucionalización de un nuevo formato laboral parece haber funcionado en iFlow. Según Nicolás Echandi, gerente de RH de la firma, “el home office pasó de ser una realidad impuesta por la pandemia a una política de la organización, en tanto que los resultados operativos de las áreas no se vieron afectados por el trabajo remoto”, teniendo en cuenta la explosión del eCommerce y consecuentemente del sector de Logística & Transporte. Para Echandi, “en la situación de adaptación organizacional a una nueva forma de trabajo, la robustez cultural y la credibilidad de los líderes fueron quizás las piedras angulares para soportar un crecimiento operativo con un formato desconocido.”
Diego Ortega, vicepresidente de Pullmen, aseguró que “se ha roto el mito de que no se puede trabajar fuera de las oficinas, y hasta incluso algunos sectores han sido más productivos con la modalidad home office”. Según el ejecutivo, “7 de cada 10 empleados prefieren mantener el trabajo en su casa en detrimento de ir a la oficina, y las empresas están de acuerdo con eso. Por un lado, no tener horarios favorece la productividad, al tiempo que la no necesidad de trasladarse ahorra tiempo dinero y es también algo valorado por muchos.” “¿Cuál es la causa de ir a la oficina, con lo que implica en términos de tiempo y dinero? ¿Puedo resolver lo previsto de forma virtual?”, son planteos que la gente se hace, dice Ortega, pero al mismo tiempo “hay que ver con atención otros factores: cuanto el home office atenta contra la calidad de vida y la separación entre lo personal y laboral.” Para Ortega, una mala gestión o una no gestión de este factor por parte de la empresas y de los colaboradores atenta contra el stress, la calidad de vida y la productividad.” Según su mirada, “hay que ver hasta qué punto
es positivo tanto para la empresa como para el empleado estar disponible 24×7.”
En el capítulo exclusivo pymes, para Martín Yechua, director ejecutivo de Adiras, “al tratarse las pequeñas y medianas empresas típicamente de organizaciones de “puertas abiertas” y sin procesos formales establecidos e institucionalizados como las grandes, el relacionamiento personal, es parte de la cultura”. Ello lo han tenido que reemplazar por lo virtual “con el consecuente temor a la pérdida de control sobre qué están haciendo los colaboradores.” Así y todo, agrega Yechua que “las situaciones que, en un comienzo lucían complejas desde el punto de vista operativo, fueron siendo resueltas por la mayoría de las empresas socias».
En síntesis, los factores clásicos del trabajo -como el cumplimiento de horarios fijos, el rol de la autoridad y el trabajo en equipo- van mutando hacia formatos más elásticos, horizontales y descentralizados. Y (salvo excepciones) parece haber acuerdo entre empresas y colaboradores.