Es el fundador de una empresa desarrollista que está a punto de cumplir 30 años pero no deja de crecer a un ritmo sostenido, apuntalado por la segunda generación. De hecho, mientras continúan entregando proyectos, trabajan en el emprendimiento que será el más importante de su historia (Distrito Betania) con una inversión de US$ 50 millones, aunque el contexto de país “obligue a los empresarios a pensar muy bien antes de invertir”. “El Estado tiene que facilitar el desarrollo, pero muchas veces nos pone escollos”, asegura César Martínez, presidente de Grupo Betania.
-¿Cómo se inició la empresa?
-Nunca se me ocurrió ser desarrollista. Yo trabajaba en una empresa de ingeniería, que era de primer nivel y estaba muy conforme allí. Si me hubiesen ofrecido un contrato de por vida, seguramente lo hubiera firmado, pero los planes de Dios son distintos a los míos y probablemente mejores. Entonces, un día la empresa cerró y nos fueron despidiendo uno a uno. Quedé en la calle y sin planes. A través de un amigo que me alentó a presentarme en una licitación gané mi primera obra civil: una casilla de guardia de 10 m2. Con esto comemos todo el mes, le dije a mi esposa. Después, me propusieron hacer una casa, otra más, esta vez en el Cerro, levantar un edificio en un terreno en Alberdi donde pagaban con departamentos. No tenía idea cómo se administraba un
edificio, pero ahí nació Betania I. Se los vendí a mis amigos: llamé a 20 de ellos, uno por uno. Después, algunos me pidieron que se los alquilara. La empresa fue creciendo, mis hijos también, así que los invité a que formaran parte, por lo que nos constituimos como empresa familiar.
-¿Cuál fue, y sigue siendo, su lógica empresarial?
-Desde hace muchos años vengo descubriendo que el mayor esfuerzo lo tengo que poner en cumplir la voluntad de Dios. Con ese paradigma armé mi vida familiar, profesional y empresaria.
-¿La empresa alguna vez tuvo problemas de incumplimiento?
-Nosotros ponemos mucho esfuerzo en honrar nuestros compromisos.
-Se lo pregunto por lo que me dice de su lógica empresarial
-Sabemos que estamos para servir a nuestros empleados, clientes y a la sociedad. Tenemos que hacerlo de la mejor manera. En cuanto a nuestros clientes hay premisas de emprendedores que dicen: un cliente contento trae otro cliente, un cliente enojado te corre diez. Eso lo sabíamos, más allá de nuestras convicciones humanas. Ponemos mucho esfuerzo, físico y económico para tener clientes satisfechos. Nunca tuvimos un juicio por incumplimiento y tenemos previsto en el presupuesto de la obra un monto para atender los reclamos, antes de iniciar la obra. La construcción es una tarea artesanal donde se pueden cometer errores.
-¿Eso es habitual en el mercado? Porque una cosa es atender los reclamos y otra tener un fondo específico antes del inicio de la obra.
-No sé si es habitual, muchos atienden los reclamos. Nosotros lo prevemos de entrada. Además, nosotros administramos desde aquel primer edificio de 20 departamentos hasta el último que hemos construido. Tenemos clientes fieles.
-En estos 30 años, ¿ha sido difícil ser desarrollista en Córdoba?
-Tiene sus inconvenientes. En esta etapa de mi vida, donde me ocupo de todas las relaciones institucionales porque intervenir ante todos los proveedores de servicios públicos no es sencillo, está muy difícil. Mientras el resto del equipo se ocupa de las tareas habituales del desarrollismo yo me ocupo de andar por las oficinas públicas tratando de solucionar problemas. El Estado en vez de facilitar el camino del desarrollo, la vocación de generar puestos de trabajo, nos pone escollos a través de los servicios públicos. Si fuera fácil todos seríamos desarrollistas pero el principal escollo hoy es la provisión de los servicios públicos.
-¿No han dejado de invertir nunca en estos 30 años?
-Efectivamente. Yo empecé de cero. Todo beneficio que alcancemos vuelve a la empresa: todos nuestros ahorros están aquí.
-¿Qué lo impulsa a invertir en este contexto?
-Cada persona tiene una misión en la vida: tengo muy claro que mi misión como persona está en prestar servicio a quienes me acompañan en el equipo y a la sociedad. El éxito de una empresa no está en haber acumulado mucho dinero sino en haber servido a la sociedad y lograr que esta ciudad sea mejor que cuando empezamos.
-¿Qué es lo que más lo preocupa como empresario?
-La incertidumbre paraliza decisiones y perjudica todo lo relacionado con la inversión. La gente no sabe qué hacer con el dinero que tiene: si esconderlo, sacarlo afuera del país o ponerlo en un inmueble y eso es parte de la incertidumbre político/económica. Los jóvenes que pueden, optan por irse y algunas empresas no invierten. Todo eso perjudica las inversiones y decisiones empresarias.
-¿Cómo se imagina al Grupo Betania de los próximos 30 años?
-Creo que la misión de un buen líder es que cuando se retire debe dejar a alguien que sea mejor que él. En mi caso estoy convencido de que el equipo que va a quedar es muy superior y puede hacer mejores cosas de las que yo hice. Por lo tanto, creo que Betania va a seguir creciendo. A pesar de las circunstancias está en pleno desarrollo y confío en que esto va a seguir de esta manera.