(NA) Luego de haber sido condenado por corrupción por el juez federal Sergio Moro en una causa vinculada a la red de sobornos en Petrobras, el ex presidente brasileño Luiz Inacio Lula da Silva desafió a la justicia y lanzó su candidatura para las elecciones del año próximo, con la intención de volver a poner el Partido de los Trabajadores (PT) en el poder.
«Si alguien piensa que con esta sentencia me sacan del juego, puedo asegurarles que estoy en el juego. Y ahora quiero decirle a mi partido algo que no había reivindicado, pero voy a reivindicar: el derecho a colocarme como postulante a la presidencia en 2018», dijo Lula en una abarrotada conferencia de prensa en la sede del PT, en San Pablo.
«Quien cree que es el fin de Lula se va a dar la cara contra el piso. Quien tiene derecho de decretar mi fin es el pueblo brasileño», afirmó, antes de reunirse con sus abogados y dirigentes del PT para diseñar su estrategia de resistencia, con recursos legales y manifestaciones en todo el país. Fue la primera reacción pública de este ícono de la izquierda latinoamericana tras el fallo, que acrecentó la incertidumbre en el de por sí ya convulsionado ambiente político de Brasil, con el presidente Michel Temer en riesgo de ser apartado de su cargo por otra causa de corrupción.
«Esta cacería es parte de la lucha política. No pretenden sólo condenar a Lula, sino el proyecto político que represento junto a millones de brasileños», subrayó. «Van a tener un precandidato con problemas jurídicos, pero voy a librar una buena pelea democrática en las calles», añadió el carismático dirigente, de 71 años. En San Pablo, Lula recibió muestras de solidaridad de la cúpula del PT, líderes de sindicatos y movimientos sociales, intelectuales y simpatizantes.
Anteayer, se convirtió en el primer ex presidente brasileño en ser condenado por corrupción y lavado de dinero. Podrá recurrir en libertad la pena de nueve años y medio de prisión, pero si la corte de apelaciones ratifica su condena en segunda instancia, quedará inhabilitado para competir en las elecciones de octubre próximo.
Según Moro, Lula recibió sobornos en especie por 1,2 millones de dólares de la constructora OAS, una de las principales involucradas en el petrolão, a cambio de su influencia para conseguirle contratos con Petrobras. Específicamente, obtuvo un departamento tríplex en el balneario paulista de Guarujá, cuya reforma y muebles también fueron pagados por OAS, así como el depósito para almacenar los bienes de Lula desde que dejó la presidencia, a fines de 2010, después de dos mandatos consecutivos.