“El crecimiento crea complejidad, y la complejidad es la asesina silenciosa del crecimiento”. Con esta reflexión simple, pero a la vez profunda, Chris Zook y James Allen abren el telón de su libro La Mentalidad de Fundador, un atractivo trabajo que se orienta a una temática no tratada con habitualidad: cómo superar las crisis de crecimiento previsibles.
¿Nos interrogamos con frecuencia si el crecimiento también puede ser un motivo de crisis severa que puede hundir a una compañía? ¿Somos conscientes de que un crecimiento mal gestionado puede causar efectos similares a una involución? Para fortuna de quienes llegaron a formularse estas preguntas, la obra citada ofrece un marco conceptual y herramental aplicable a estas circunstancias y a cualquier organización.
Las historias de éxitos y fracasos en los negocios son materia permanente de estudio y llegan siempre como casos a seguir o a evitar. Pero también hay una continuidad: los éxitos que, como aquel final desagradable de una serie, terminan decepcionando y esfumándose. ¿Por qué entonces el guion inicial de armonía y felicidad termina en tragedia? Los autores identifican tres grandes crisis que permanecen al asecho y atacan en momentos de esplendor a una compañía, sea esta una corporación global o una pyme:
- La sobrecarga: esta situación se presenta cuando una empresa pierde el impulso que dio origen al crecimiento. Ocurre cuando una compañía logra escala con rapidez y sus líderes comienzan a gestionar de manera insuficiente e ineficiente. La falta de adecuación de procesos y recursos absorben gran parte de la rentabilidad y pierden su idea inspiradora. Es el caso de aquellas startups que apuntan un crecimiento inicial veloz y luego no pueden sostener en sus estructuras el impacto de ese ritmo.
- La desaceleración: esta circunstancia aparece cuando las empresas que consiguieron un trabajoso crecimiento se enfrentan con los conflictos de la complejidad y se tornan burocráticas. Pierden agilidad en la toma de decisiones y las respuestas que logran son de mínimo alcance. Fueron disruptivas en su momento, pero no lograron mantener su ventaja. Adquieren un tamaño desproporcionado y pierden capacidad de reacción.
- La caída libre: este evento puede ocurrir en cualquier momento de la vida de una empresa, aunque es más común en aquellas maduras cuyo clásico modelo de negocios está recibiendo los embates de empresas emergentes. No es solo una cuestión de ajustes o retoques o incluso de cambios en la estrategia. Estamos hablando de una crisis de la propuesta que alguna vez abrazaron los clientes y que hoy la están abandonando sin pedir permiso.
AIG, Blockbuster, Nokia, Lehman Brothers, Sharp, Nintendo, Panasonic, Black Berry, Nintendo y una extensa lista vivieron esta paradoja. Los impactos los conocemos. ¿Qué nos hace pensar que nuestra empresa esté inmunizada frente a las crisis del crecimiento?