Nuevamente, la inflación superó todos los pronósticos: en marzo registró un aumento de 7,7% respecto de febrero, y se convirtió en la variación mensual más alta desde abril del 2002 (10,4%). Así, elevó la variación interanual del índice de precios a 104,3%, la más alta en más de 30 años. De esta forma, la inflación acumulada en el primer trimestre del año ascendió al 21,7%.
En este contexto, la consultora Ecolatina analizó que las expectativas de inflación para 2023 tendrán un piso del 110% para el año.
La velocidad que adquirió la inflación volverá a ejercer presión sobre el directorio del BCRA en su próxima reunión para volver a elevar la tasa de política monetaria: al rendir 6,5% de TEM mensual, la tasa de interés real ex-post de marzo fue negativa por segundo mes (-1,1% mensual).
Asimismo, sin margen para atrasar aún más el tipo de cambio, la autoridad monetaria se verá forzada a imprimirle una mayor velocidad al ritmo devaluatorio.
¿Qué esperamos para el resto del año?
Frente a menores impactos puntuales y de carácter estacional, de cara a abril esperamos una desaceleración de la inflación, aunque sin perforar el 6,5%. En el mes impactarán puntualmente los aumentos en transporte público en AMBA (+6,6% para colectivos y trenes), tarifas de electricidad, colegios privados (+3,8%, según el acuerdo), prepagas (+2,4%), combustibles (+4% desde el 15 de abril) y servicio doméstico (+14%).
El primer trimestre dejó un piso más elevado de cara al resto del año, donde seguiremos viendo una elevada y persistente inflación, alimentada por una fuerte inercia, creciente indexación y acortamiento en los plazos de los contratos, junto a la falta de anclas: habrá nuevas subas en tarifas de servicios públicos, un crawling peg que no podrá ralentizarse y paritarias que ejercerán presión en el año electoral. A eso se le sumará el impacto de las restricciones a las importaciones sobre la disponibilidad de bienes y el impacto del “dólar agro” sobre bienes de la canasta de alimentos.
Todo esto en medio de la incertidumbre que imprimirá la transición electoral, con potenciales tensiones sobre la brecha y las expectativas de devaluación que ejercerían presión adicional, agudizadas por el pronunciado impacto de la sequía sobre la disponibilidad de divisas y frente a un programa “Precios Justos” que poco podrá influir sobre esta dinámica.
En este contexto, las expectativas de inflación para 2023 mostrarán un incremento, consolidando un piso del 110% para el año.