El Gobierno empieza a tener cada vez más complicaciones de cara a la actividad económica de la gente y las expectativas se reducen de cara a las elecciones 2023 para prestar logros de gestión. En ese marco, aparece el salario como un nuevo efecto que puede ser clave en estos meses.
Es que a pesar de la caída inflacionaria (leve) que hubo entre octubre y diciembre del año pasado, los 6 puntos de promedio que hay en los primeros dos meses del año volvieron a poner contra las cuerdas al Gobierno, que ya dejó en la cuerda floja a Sergio Massa.
En este contexto, buena parte de los sindicatos renegociaron sus paritarias y, de hecho, 16 de los 20 gremios analizados dentro del índice salarial del sector privado relevado por Ecolatina tienen aumentos estipulados hasta marzo.
Dado este escenario, corresponde preguntarse: ¿la nueva aceleración inflacionaria permitirá mantener en terreno positivo al salario real formal en la primera parte del año? ¿qué sucederá con el objetivo del Gobierno de recomponer el poder adquisitivo en el año electoral? ¿podrá ser utilizado como herramienta para dinamizar a la actividad económica?
Primer trimestre: vuelta a un terreno (no tan) negativo
Pese a los dos shocks inflacionarios de 2022, el salario real formal (privado y público) mostró una ligera recomposición en el promedio de 2022 (+0,7%), luego de haber transitado cuatro años consecutivos en rojo (-20%). Esta mejora estuvo concentrada en el primer semestre del año (+2,9% i.a.), mientras que existió un desempeño negativo a partir del segundo semestre (-1,3% i.a.), impactado por la fuerte aceleración en los precios. Pese a esto, con la transitoria desaceleración inflacionaria de finales del año pasado el salario real registrado volvió a mostrar una cifra interanual positiva recién en diciembre (+0,5% i.a.).
Sin embargo, esta mejora fue transitoria, y si mantenemos una óptica más cortoplacista se puede argüir que la brecha mensual entre los salarios y la inflación podría ser la mayor de los últimos meses, cuando se venía dando una suerte de “crawling peg” de los salarios respecto de los precios. En este sentido, también se podría considerar que la comparación interanual mostrará, en el mejor de los escenarios, un empate entre los precios y los salarios formales hasta marzo.
De todas maneras, al inspeccionar la heterogeneidad hacia el interior de los trabajadores formales vemos que buena parte del salario real dista de exhibir -durante los primeros tres meses del año- rojos tan pronunciados como aquellos del 3T del año pasado. Además, en algunos casos se suman bonos -como en el caso de Camioneros, que percibieron $100.000 en diciembre- que puedan incluso incrementar el sueldo de bolsillo.
Consumo privado: ¿el último bastión de la actividad económica?
El efecto de la caída en las reservas del Banco Central imposibilitará el acceso a las importaciones, donde cerca del 30% de la industria e inversión productiva se ven afectadas. A eso se le suma la fuerte sequía que azota al país y que dejará con menos recaudación al Estado por parte del campo.
En ese marco, el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional viene a cumplir un rol que pone aún más presión para cumplir con las metas que pide el directorio del organismo internacional.
“Con este panorama complejo, que derivará en una recesión este año, queda el consumo privado como único componente de la demanda agregada a la que apostará el Gobierno para evitar una mayor caída del PIB en 2023″, señalaron desde Ecolatina.
Para la consultora, el Gobierno sabe que evitar una caída del salario será vital, ya que “la menor caída del poder adquisitivo se le suma la falta de “destinos” para los pesos frente al endurecimiento del cepo cambiario y el acortamiento en los horizontes de planificación”.