La inflación es un mal crónico de la Argentina que parece que ninguno de los gobiernos puede solucionar. El índice de marzo se ubicó en 6,7% mensual, según informó el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) la semana pasada.
Un informe del Instituto para el Desarrollo Social Argentina (IDESA) sostiene que el panorama es impredecible, ya que depende la magnitud de la emisión monetaria y de la demanda de pesos por parte de la gente. En la medida que ambas variables no se disloquen, la situación será de alta inflación sin llegar a hiperinflación.
En los últimos 60 años, la mitad del tiempo hubo gobiernos peronistas, un cuarto gobiernos radicales (solos o en coalición) y el otro cuarto hubo gobiernos militares. Con datos del informe del IDESA aportados por el Ministerio de Economía se observa que:
- En los años del Partido Justicialista la tasa de inflación promedio fue de 78% anual.
- En los años de gobierno militar la tasa de inflación promedio fue de 132% anual.
- En los años de la Unión Cívica Radical, en solitario o en alianza, la inflación promedio fue del 386% anual.
Los datos de IDESA revelan que, si bien hay diferencias obvias entre las gestiones, en todos los gobiernos, independientemente de su orientación política, hubo alta inflación. Resulta sugerente que a lo largo de los años y con alineamientos políticos tan disímiles, las tasas de inflación promedio siempre estuvieron entre dos y tres dígitos. La inflación sostenida por prácticamente todos los gobiernos le da al fenómeno el rango de «política de Estado”.
El informe de IDESA sostiene que la solución no pasa por las tradicionales políticas de ajuste fiscal. El ajuste provisional manipulando la movilidad para licuar jubilaciones no es una solución porque baja el gasto presente, pero aumenta el futuro a través de los juicios previsionales.
Es con ordenamiento previsional, tomando como eje el principio de que todos los habitantes se jubilen con las mismas reglas, que se dará sostenibilidad financiera y equidad. Tampoco aporta soluciones el reiterado ajuste impositivo basado en aumentar impuestos a los que ya pagan. Es con el ordenamiento impositivo, tomando como eje la unificación de impuestos, que permitirá bajar la presión impositiva y burocrática y simultáneamente mejorar los ingresos del Estado por menor evasión.
En igual sentido, a través del ordenamiento funcional del Estado, que elimine superposiciones entre organismos nacionales, provinciales y municipales, se podrá controlar el gasto público y aumentar su eficiencia.