Hace poco más de un mes, el ministro de Economía, Sergio Massa, implementó el nuevo Sistema de Importaciones de la República Argentina (SIRA) en reemplazo del Sistema Integral de Monitoreo de Importaciones (SIMI). En los últimos días surgieron quejas de empresarios, entre ellos pymes industriales, que aseguran estar en situación «desesperante» al no poder importar.
Desde el propio gobierno admiten que el nuevo sistema aún «no está funcionando bien». «Está costando que entre en funcionamiento (el SIRA) porque estamos cambiando todo», aseguró el Secretario de Industria y Producción, José Ignacio De Mendiguren en diálogo con radio Rivadavia. El principal reclamo son los plazos de pago que se habilitan, que llegan hasta 180 días y no son aceptados por los proveedores.
La implantación del nuevo sistema SIRA significó un abrupto cambio de instrumento para el control de importaciones, en donde diferentes organismos estatales pueden intervenir para aprobar, o no, las importaciones.
El SIRA cuenta con 4 ejes principales: 1) control de riesgo de cada importador, 2) control de la Capacidad Económica Financiera para importar montos acordes a la declaraciones juradas que realizan las industrias en el mercado local, 3) las licencias automáticas y no automáticas, 4) las posibilidades de giros bancarios y transferencias al exterior.
Gabriel Salomón, director General de Jidoka – empresa dedicada a la logística y comercio exterior-, considera que “fue saludable el cambio de sistema, pero como toda implantación nueva lleva su tiempo”. “Cuesta la aplicación de un nuevo instrumento, los bancos demoraron en internalizar la nueva normativa y lo mismo sucedió con Aduana. Hubo una demora normal por instaurar un sistema de forma urgente y luego ir viendo las falencias que el sistema tenía”, planteó.
Para Salomón, el “gobierno Nacional quiso tener un respiro” en relación a los vencimientos del instrumento anterior y va autorizando las importaciones de mayor a menor relevancia. “De a poco se van habilitando grandes tandas de SIRAS. Demoran un promedio de 20 días las aprobaciones”.
“Es una situación complicada para los empresarios que tienen industrias, ese rubro está muy inquieto porque necesita insumos de importación para mantener su capital humano y seguir produciendo para abastecer el mercado local”, considera.
Dos semanas atrás, Massa dio un paso más en su reajuste del sistema de importaciones con la puesta en marcha de un mecanismo para agilizar las importaciones de las empresas para que las paguen con dólares propios declarados. Esa vía, que ya estaba prevista dentro del nuevo esquema denominado SIRA, empezó a tener una mayor celeridad, en medio de las dificultades para acumular reservas.
Esto significa que el Banco Central y AFIP habilitarán una ventanilla especial para atender estos casos. El nuevo SIRA les pregunta a las empresas si eventualmente cuentan con dólares para efectuar la operación. En ese caso, de manera automática pasarían a una nueva “ventanilla” que se habilitará específicamente para atender a estos casos. Los bienes o servicios que ingresen bajo esta modalidad lo harán, por lo tanto, a un tipo de cambio cercano a los $ 300.
“Me da la sensación que es algo que los empresarios no quieren porque hay muchos precios al dólar blue en el mercado. Entonces tienen que importar al oficial y vender al blue, lo que te obliga a pagar diferido y no saber si el precio se va a disparar en dos meses. Usar los dólares propios significa aumentar los precios. Si usas tus propios dólares es más factible que te aprueben el SIRA pero eso viene de la mano con un aumento de precios”. Ese aumento podría ser cercano al 40%, marca Daniel Griboff, titular de Dagri.
-¿Cómo está el comercio exterior de Argentina hoy?, consultamos a Salomón.
-La balanza está casi pareja entre exportaciones e importaciones, pero ese equilibrio se da por la caída de importaciones y no por un crecimiento de exportación que sería lo ideal. Si hacemos un buen trabajo de desarrollo de marca país, le agregamos valor a los productos y se acomoda el dólar oficial, sería el puntapié inicial para incrementar las exportaciones. Los constantes cambios en las reglas de juego hicieron que los productos argentinos perdieran terreno. Ahora, hay que darle impulso y fuerza a los productos para recuperar los mercados que se perdieron.
-¿Qué perspectivas hay para el 2023?
-Por ser un año de transición electoral, lo veo muy similar a este año, con escasez de productos, más demanda que oferta y un mercado limitado que, en alguna forma, trata de regular las situaciones financieras y de endeudamiento. Si bien se va a flexibilizar, no va a ser la liberación completa de las importaciones. Vamos a ver un tipo de control similar o más light pero con trabas en productos terminados que se puedan conseguir localmente.