La construcción del sistema de salud argentino comienza formalmente durante el gobierno de Perón en 1946. Allí se forma la Secretaría de Salud Pública (que luego vendría a ser el Ministerio de Salud nacional) y ocupa el cargo el famoso Dr. Ramón Carrillo que se lanza a una campaña de construcción de hospitales públicos en las provincias.
Hasta ese entonces, la gente accedía a prestaciones médicas mediante mutualidades. Estas eran esquemas rudimentarios y limitados de seguros de salud con los que las organizaciones de inmigrantes y algunos sindicatos formados por inmigrantes también brindaban alguna protección financiera en caso de enfermedad a sus afiliados. Perón, en paralelo con la creación de la Secretaría de Salud Pública, establece que los trabajadores tendrán afiliación compulsiva al sindicato de su actividad y autoriza a los sindicatos a formar mutualidades. Así nacen las obras sociales. Así es como nacen, también, la multiplicidad de obras sociales y la diferencia de aportes para la salud por cada persona, ya que los trabajadores tienen diferentes salarios según la actividad y sus calificaciones.
Entre 1973, durante el gobierno que empieza con Cámpora, se propone construir el Sistema Nacional Integrado de Salud (SNIS) para unificar en un sólo sistema nacional a este vasto universo de hospitales públicos en las provincias y de obra sociales sindicales y estatales. La idea era centralizar todos los recursos en un único fondo (el Fondo Financiero Sanitario Nacional) para asignarlo de manera equitativa entre todos los habitantes de la Nación. La idea no prosperó.
Entre 1986 – 1989, durante el gobierno de Alfonsín, se propuso un Seguro Nacional de Salud (SNS) con la misma concepción de unificar todo en un solo sistema. Prosperó a medias, porque de aquí salió el Sistema Nacional del Seguro de Salud (SNSS) que regula el actual sistema de obras sociales sindicales. Pero es “a medias” porque las obras sociales y los hospitales provinciales no están adentro. Es un sistema nacional con una parte del sistema.
En 1995 vino la posibilidad de que los seguros médicos privados (empresas de medicina prepaga) tomen afiliados de las obras sociales. En el 2011 aparece el marco regulatorio para las prepagas, por fuera del SNSS que regula a las obras sociales, aun cuando las prepagas atienden beneficiarios de obras sociales.
Ahora se propone otro intento desde el Instituto Patria con el nombre Sistema Nacional Integrado de Salud Argentino (SNISA). O sea, se le suma una “A” al SNIS de la época de Cámpora. Otro intento de unificar todo en un solo sistema nacional de salud con un solo fondo (Fondo Nacional de Salud –FONASA).
¿Será distinto esta vez?
Es muy difícil. Todos los intereses del sector (provincias, sindicatos, empresas de medicina prepaga, afiliados, profesionales médicos, prestadores médicos, etc.) se cruzan haciendo una madeja complicada de desentrañar. Pero hay una cosa que es muy cristalina: a ninguno le conviene un único sistema nacional.
Por Jorge Colina – Economista especializado en Salud en IDESA