Una investigación desplegada por la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Córdoba se propuso generar datos sobre el acceso efectivo a derechos y servicios por parte de las familias de la ciudad de Córdoba, a la vez que indagó sobre las condiciones económicas y el impacto que generó en los distintos niveles socio económicos (NSE) la pandemia de Covid-19. También se analiza el impacto de las políticas y dispositivos estatales para atenuar los cimbronazos del virus.
De acuerdo a lo que informó PERFIL CÖRDOBA, el foco de la investigación está puesto “en el cruce entre el (no) acceso a derechos y los impactos en las desigualdades, en reconocer cómo la pandemia afectó ambas dimensiones, pero también en las acciones para hacer frente a los obstáculos, opresiones y exclusiones en el acceso a esos derechos”.
La investigación ¿Qué pasa en Córdoba? Acceso a derechos y desigualdades, impacto de la pandemia y estrategias para afrontarla 10 claves para entender qué pasa en nuestra ciudad es dirigida por un equipo conformado por la decana, María Inés Peralta; la vicedecana, Jacinta Burijovich; y la secretaria de investigación, Liliana Córdoba; y participan 13 equipos de investigación que aportan a una mirada multidisciplinaria. Los datos fueron originados en un relevamiento cuantitativo a partir de la encuesta presencial a 615 hogares cordobeses. Aquí, un resumen que da cuenta de la magnitud de la fractura social que se está profundizando:
Clave: ingresos y trabajo
El impacto negativo de la pandemia en lo relativo a ingresos y trabajo fue generalizado, pero resultó particularmente fuerte en los hogares de NSE Bajo y Medio Bajo. Los ingresos se perciben cada vez más como “insuficientes” y se produjo una disminución en los mismos: hubo pérdida de empleos y reducción de horas de trabajo.
En los hogares de NSE Bajo y Medio Bajo la percepción de que los ingresos son “Insuficientes” es mayor al promedio (85,6% y 77,2% respectivamente, con respecto a un valor promedio de 66,8%) De todas maneras, en los hogares de NSE Medio y Medio Alto también es elevada esa consideración (66,9% y 60,7% respectivamente).
Otro dato que surge de la investigación con respecto a los ingresos en pandemia es que en términos objetivos los ingresos disminuyeron en 51,4% de los hogares. Nuevamente, el impacto de esa reducción de los ingresos es desigual según el nivel socioeconómico: mientras en los hogares de NSE Alto, Medio Alto y Medio fue inferior al promedio, en los de NSE Medio Bajo y Bajo fue mayor (55,4% y 80,5% respectivamente).
Con respecto a las características del trabajo en pandemia, se advierten otra vez impactos desiguales según el nivel socioeconómico: mientras en promedio en 23,3% de los hogares se registró pérdida del trabajo, esta fue particularmente intensa en los hogares de NSE Medio Bajo (31,7%) y Bajo (53,4%), con la consecuente reducción de ingresos. En el sector alto, en cambio, la pérdida de empleo afectó sólo al 5%.
Clave: fuentes de ingresos
La presencia del trabajo formal como fuente de los ingresos principales alcanza en promedio a 48,5% de los hogares, pero su incidencia es mayor en los de NSE Alto (57,9%), mientras que en los de NSE Bajo alcanza a 33,8%. Otro dato relevante es que la incidencia de las jubilaciones o pensiones como fuente de los ingresos principales es particularmente baja en los hogares de NSE Bajo (18,8%), los únicos que se ubican por debajo del promedio (30,7%).
En cuanto al trabajo informal como fuente de los ingresos principales del hogar, éste sólo muestra frecuencias de dos dígitos en los hogares de NSE Bajo y Medio Bajo (15,8% y 13% respectivamente). El trabajo eventual (por changas) es el principal ingreso en 28,5% de los hogares del NSE Bajo, mientras sólo alcanza al 1,7% del NSE Alto y a 8,9% de los hogares en promedio.
Clave: acceso a servicios de internet y a bienes tecnológicos
Existen limitaciones de acceso a estos bienes y servicios en los hogares de NSE Bajo fundamentalmente, pero también en los de NSE Medio Bajo, que generan condiciones diferenciales muy desfavorables para el acceso a la educación y al teletrabajo en un contexto de pandemia. En los de NSE Bajo el acceso a computadoras de escritorio se reduce a 21,1% de los mismos y en el NSE Alto alcanza a 61,2%. La diferencia en el acceso es aún mayor en lo que respecta a notebooks: el promedio indica que 49,9% dispone de ese dispositivo en el hogar, pero en el NSE Bajo esa disponibilidad se reduce a 13,5%, mientras que en el NSE Alto es de 85,1%.
En lo que respecta al acceso a internet, en los de NSE Alto se accede a internet mediante cableado en el 95% de los hogares, en tanto que en el NSE Bajo ese valor es de 45,9%.
Continuidad educativa e información
El trabajo también indagó sobre las dificultades para sostener la continuidad educativa, algo que se profundizó en los hogares de NSE Bajo. En preescolar, los estudiantes se mantuvieron “vinculados permanentemente”, en el 36,4% de los hogares de NSE Bajo y en el 40% de hogares Medio Alto. En los hogares de estos niveles socioeconómicos, en cambio, las situaciones mayoritarias de las y los estudiantes fueron estar “totalmente desvinculados” o “vinculados de manera intermitente”. Con respecto a la información disponible durante la pandemia, los hogares de NSE Alto fueron los únicos que consideraron mayoritariamente que la información disponible fue “mucha” (53,8%).
Políticas estatales y asistencias económicas
Las políticas estatales para enfrentar la situación de pandemia mostraron impactos diferenciales: mientras el IFE se concentró sobre todo en hogares de NSE Bajo (59,7%) y Medio Bajo (31,7%), el Programa ATP fue percibido en el mismo porcentaje en los hogares del NSE Alto y Medio Bajo (9,9 y 9,8%) y un poco menos en los de NSE Bajo (9,3%). Por otro lado, la necesidad de acceso a alguna forma de crédito o financiación fue mayor entres los hogares de NSE Bajo y Medio Bajo: mientras en promedio 28,9% de los hogares recurrió al menos a una opción de crédito o financiación, en el NSE Bajo esa situación alcanzó al 36,1%. La opción más utilizada en los hogares de NSE Bajo y Medio Bajo fue la de “Préstamos familiares” (12% y 16,3% respectivamente).