El gobernador Juan Schiaretti logró ayer la reelección al obtener el 54% de los votos, contra la muy floja performance de sus opositores más cercanos, Mario Negri y el intendente Ramón Mestre. Anoche y escrutados el 96% de los votos el representante de Hacemos por Córdoba captó más de la mitad del total de los votos, Negri, el candidato de la Casa Rosada sumaba el 20,92% de los sufragios en tanto que Mestre, con el sello del radicalismo, apenas llegaba al 8,96%%. Para la importante jornada que se vivió ayer había 2.889.973 electores habilitados y la participación rondaba el 73%.
Aplastante. El rotundo triunfo del oficialismo en Córdoba desplegó varias lecturas: el 54% de votos que acumuló Schiaretti superó todos los pronósticos propios y ajenos que vaticinaban una victoria peronista. Se especulaba que Schiaretti superaría su marca anterior de 2015, cuando obtuvo el 40% de los votos. E incluso había escenarios muy optimistas que lo ubicaban promediando el 45% de los votos.
Pero pocos imaginaban un triunfo tan contundente. Para poner en contexto la victoria del actual gobernador hay que remarcar que se trata del triunfo más holgado desde la vuelta de la democracia. El 54% de Schiaretti se ubica apenas por detrás del 55,84% de votos que logró Angelóz en 1983, por encima del 52,03% que también alcanzó el exgobernador radical en 1991 y del 51,84% de De la Sota en 2003.
Otra forma de medir la performance de Hacemos por Córdoba es analizando la distancia con el segundo: desde esta lectura Schiaretti también reescribió la historia política de Córdoba. La mayor diferencia entre el primero y el segundo se dio en 1983. Ese año el radicalismo ganó por el 16,62%. Ayer Schiaretti le sacó 36 puntos de ventaja a Negri.
Una victoria aplastante, se la mire por donde se la mire y que ahora comenzará a mostrar su verdadero impacto en el escenario nacional, principalmente en el seno del peronismo no kirchnerista.
El mensaje. Desde el búnker emplazado en el hotel Quórum, cerca de las 22:30, el gobernador Schiaretti dio su discurso, alejado de las especulaciones de proyección nacional. Schiaretti se enfocó en “provincializar” el triunfo. En ese sentido, ratificó lo que había dicho en relación a que “los de afuera son de palo”. Ante un colmado salón del centro de convenciones Schiaretti dijo: «el peronismo de Córdoba es federal y republicano. No habrá república Argentina sin peronismo».
Esas pocas referencias en clave nacional serán tomadas muy en cuenta por los referentes de Argentina Federal, pero también por los kirchneristas y por la Casa Rosada.
Las claves. La apabullante victoria de Schiaretti tiene varias lecturas y se explica por la conjunción de varios factores:
-La gestión. En la semana previa a la elección se difundieron distintos sondeos de opinión y análisis de imagen y de gestión. En esos informes ya se advertía lo que luego se ratificaría en las urnas. Los cordobeses mantienen una muy buena imagen del gobernador, pese a que el peronismo gobierno la Provincia desde 1999.
Schiaretti llegó al 12 de mayo con un nivel de imagen positiva en torno al 68% y una aprobación de gestión provincial del 61%. Este año, en los meses previos a la votación pudo mostrar mucha obra pública (gasoductos troncales, el cierre de la Av. Circunvalación, el Puente sobre lago San Roque y el Parque del Chateau, entre otras) pese a la caída en la recaudación provincial producto de la crisis económica que atraviesa el país.
-La renovación del sello. En marzo de este año Schiaretti decidió un llamativo “brandkill”: enterró la marca “Unión por Córdoba” con la que el peronismo había logrado varias victorias y creó “Hacemos por Córdoba”. Bajo ese selló incorporó a dirigentes como el intendente radical de Villa Carlos Paz Esteban Avilés, al Partido Socialista y al GEN, de Margarita Stolbizer.
-La dispersión opositora. Al margen de las variables que dependían del oficialismo, el dato más relevante fue la implosión de Cambiemos en Córdoba y que derivó en una oposición fragmentada: Mario Negri de Córdoba Cambia, por un lado y Ramón Mestre con el sello de la UCR, por el otro. Entre los dos apenas llegaron a la mitad de los votos que obtuvo el gobernador.
-La ausencia kirchnerista. La versión sobre un “pacto” entre el kirchnerismo y el peronismo local fue desmentida por los dirigentes de Schiaretti y los alfiles de Cristina Fernández. Con todo, la definición del kirchnerismo de bajar su lista se convirtió en otra de las claves para un triunfo con mayor holgura del oficialismo. La mayoría de los votos de raíz kirchnerista no fueron a las distintas expresiones de la izquierda, sino al gobernador.
-Campaña corta. La modificación por parte del oficialismo, del Código Electoral, fue, es y será un argumento de la oposición para justificar la derrota. Los cordobeses debían ir a votar a partir de junio, pero la definición del 12 de mayo como fecha para votar alteró los planes de la mayoría de los dirigentes. Se entró así en una campaña corta («relámpago») que fue mejor capitalizada por el peronismo, al frente de El Panal.
-La estrategia electoral. Con todos esos factores en el tablero el gobernador nunca se salió del libreto: cero nivel de confrontación, nada de polémicas y ausencia de participación en los debates. Incluso, no concedió entrevistas a medios nacionales ni locales. El gobernador se limitó a trabajar en la gestión, recorrer la provincia con pocos actos y frotarse las manos ante la insólita capacidad de los dirigentes de la oposición de esmerilar sus posibilidades día tras día.