Agosto de 2008. Apenas habían pasado algunas semanas del enfrentamiento más duro
del Gobierno que en aquel momento encabezaba Cristina Kirchner en contra del campo.
La 125 había encontrado el freno en el Senado, el vicepresidente Julio Cobos gozaba de las mieles de un éxito político que resultaría efímero y el gobernador Juan Schiaretti, en
su primera gestión, había tomado distancia por primera vez del kirchnerismo.
Su antecesor y socio político, José Manuel de la Sota, no había encontrado motivos para
alejarse de Néstor y Cristina Kirchner. Mucho menos de Julio de Vido, el por entonces
todopoderoso ministro de Planificación Federal.
Pero Schiaretti, sí. En lo que era su primera administración olfateó que no era por ahí,
que un respaldo al Gobierno en su cruzada con el campo podía resultar letal para el
futuro de un peronismo con aires de partido provincial que se las ingeniaba para
persistir después de la hegemonía radical.
Fue allí como, se insiste, a semanas del conflicto con el campo, Schiaretti encabezó una
de las muy escasas conferencias de prensa que daría a lo largo de sus tres mandatos. ¿El lugar? Uno de los salones de la Casa de las Tejas. ¿El motivo? La convocatoria tenía como eje principal una serie de anuncios -como muchos de los actuales, pero respondiendo preguntas de los periodistas-; y entonces, un joven cronista, pidió el micrófono y preguntó sobre la tensión que se daba por aquellos días entre la Nación y la Provincia por los fondos para la Caja de Jubilaciones.
Hasta ese momento, desde Balcarce 50 había disparado el por entonces ministro del
Interior, el bonaerense Florencio Randazzo; y desde Córdoba, el encargado de responder a la famosa frase de “no vamos a pagar la fiesta de la Caja de Jubilaciones”, era el titular del organismo, Osvaldo Giordano.
Sin embargo, ese mediodía de agosto las cosas cambiaron y el gobernador respondió la
inquietud de este cronista de manera contundente: “la Nación discrimina a Córdoba”.
Listo
Título de zócalo y recorte para enviar desde la corresponsalía local de TN –Todo
Noticias a Buenos Aires. No había que agregar más nada. La guerra entre el
cordobesismo y el kirchnerismo escribía su primer capítulo fuerte. Y le iba a rendir.
Lo que vendría después, posterior a aquella respuesta, sería el acuerdo por las listas en
el 2011, la tensión en el 2013 y la denuncia de un pacto entre Mauricio Macri y
Schiaretti en el 2015. Pasó de todo.
De ahí en más, el PJ de Córdoba, con sus dos actores principales -Schiaretti y De la
Sota- entendieron que era momento de distanciarse del kirchnerismo para estirar la
hegemonía. Gobernabilidad y respaldo en el arranque, pero alambrado y autonomía
propias de un partido provincial.
Fuerza que, ahora entendió que queda una jugada más. Que bajo la receta del federalismo Schiaretti puede buscar proyección y brindar contención -esta semana se solidarizó con Arabela Carreras y Omar Perotti, sus pares de Río Negro y Santa Fe- y desde ahí intentará saltar la grieta.
En el medio, nadie descarta en Córdoba un acuerdo con lo que vaya quedando de ala
moderada en ambos costados de los dos grandes espacios. Como para entender qué
tiene en el corto y mediano plazo el GPS cordobesista.