(Especial, Gabriel Silva). Es cierto que fueron sutiles. Cierto es también que, sobre el final del discurso en la pomposa Legislatura cordobesa, el propio gobernador Juan Schiaretti reiteró la predisposición para trabajar en conjunto con el Gobierno nacional que asumió ayer por la mañana.
Pero el cordobesismo está ahí, a mano para cuando la situación lo amerite. Y esa es la sensación que sobrevoló en la noche del martes en la Unicameral tanto en el oficialismo como en la oposición después de escuchar el discurso del gobernador.
Schiaretti, que viajó a Buenos Aires el lunes por la tarde para asistir a la ceremonia nacional en el Congreso, llegó a la Legislatura pasadas las 20 acompañado por su esposa, la diputada nacional Alejandra Vigo, y por el vicegobernador Manuel Calvo, también escoltado por su mujer.
En un discurso, donde repasó desde la Reforma Universitaria de 1918 hasta El Cordobazo, Schiaretti puso énfasis en la obra pública de la gestión que culminó. Infraestructura vial, de gasoductos, acueductos y cloacas que se hizo en buena parte con financiamiento externo, sobre el que se señaló que se va a cumplir.
Asimismo, mientras repasó la gestión que culminó, hizo una breve mención al exgobernador José Manuel de la Sota, a quien volvió a definir como su “compañero de ruta”.
En tanto, sin mencionar a Mauricio Macri ni a Alberto Fernández, tomó distancia del líder de Cambiemos por la situación económica que dejó el país y remarcó la institucionalidad en la provincia. Lo hizo, al destacar, por ejemplo, que “ni por asomo esa diferencia -la conseguida el 12 de mayo- nos hará creer que los cordobeses nos dieron la suma del poder público, porque no es así. Ni por asomo esa diferencia nos hará creer que tenemos la verdad en nuestras manos”.
Asimismo, sobre la situación económica que dejaron los cuatro años de Cambiemos, resaltó que “el Estado es el único garante de la justicia social” y agregó en otro párrafo: “no he visto nunca 20 meses seguidos de inflación y recesión”.
En ambos pasajes, y tras el aplauso de funcionarios del oficialismo en el recinto -no hubo militancia con banderas ni bombos adentro de la Legislatura-, se notó la incomodidad de los dos bloques opositores: el de Córdoba Cambia, donde abrevan los parlamentarios macristas y radicales; y en la bancada de la UCR que llegó en la lista de Ramón Mestre.
Más aún cuando Schiaretti miró a todos los parlamentarios y señaló: “por eso les pido, señores legisladores: sigamos defendiendo a Córdoba. Esto no fue el resultado de un grupo de iluminados, es fruto del trabajo de todos. Y se los digo como un humilde hijo de barrio Talleres”, dijo emocionado.
Esto último, como así también cuando dijo que Córdoba “es la capital del interior del país”, confirmaron el rol de opositor moderado que tendrá Alberto F. en el comienzo de la gestión. Al menos, cuando las diferencias entre Nación y Provincia vuelvan a la superficie en una relación que por ahora se vive como un round de estudio.
Ni siquiera la mención a trabajar en conjunto con el Gobierno nacional para que “a la Patria le vaya bien” que hizo Schiaretti sirvió para despejar la tensión -para algunos light, para otros, mayor que con Macri- que parece reavivarse.
El peronismo en formato oficialismo y también en modo oposición. El manual del cordobesismo está a mano.