Restricción externa
La relativa calma cambiaria no se sustenta en ninguna modificación consistente de los fundamentals macro. Es más bien el resultado de medidas e intervenciones de mercado específicas, destinadas a reducir su demanda y a aumentar su oferta, y a las promesas del ministro (Martín) Guzmán de un acuerdo con el FMI con una consolidación fiscal mayor a la proyectada en el Presupuesto. Si la complacencia lleva a que el Gobierno se quede en ese terreno (el de las promesas), las presiones sobre la brecha volverán a estar a la orden del día y la capacidad de las autoridades para evitar una fase de aceleración de la crisis o corrida cambiaria serán limitadas
Dólar
La brecha es siempre sinónimo de que algo anda mal. Y una brecha del orden del 50-60% es casi tan gravosa como una superior al 100% para el cálculo económico. Toda decisión económica se torna más difícil, las inversiones se posponen, la generación de empleo languidece y el consumo se vuelve defensivo y se vuelca a bienes que lucen una protección a futuras (y casi seguras) depreciaciones. Pero eso no es suficiente para que la actividad económica se recupere ostensible y sustentablemente
Energía
La cuestión energética (el abastecimiento de gas, la necesidad de mayores importaciones, la reducción del saldo exportable, el previsible déficit de balance comercial sectorial y el aumento de subsidios) es uno de los temas que habrá que seguir con atención. Cuando hubo que enfrentar restricciones de abastecimiento en el pasado nunca se puso en duda que el racionamiento recaería sobre el sector productivo en general, y la industria en particular. Con escasez de divisas y de recursos fiscales, y sin infraestructura suficiente como para cubrir con importaciones toda la demanda durante los picos invernales, la restricción energética podría convertirse en un condicionante adicional a la recuperación económica durante parte de este año.
Covid-19
Desde el arranque de la pandemia supimos que estábamos transitando aguas desconocidas. Y aún lo estamos. Seguimos sin tener un conocimiento preciso de cuánto tiempo más seguiremos amenazados por el virus; si habrá necesidad de medidas aún más restrictivas (con nuevas cepas y casos en niveles récord, incluso superiores a los de la primera ola); si las vacunas y su inoculación serán lo suficientemente oportunas y exitosas como para evitar esas medidas y si la nueva normalidad será realmente nueva o si los patrones de consumo, producción y las actividades sociales y recreativas retomarán sus viejos patrones prepandémicos.
Por lo tanto, las políticas de estímulo y compensación que se impulsaron en 2020 deberán recrearse o renovarse (cuanto menos parcialmente) en 2021 y los congelamientos de precios y tarifas probablemente se extiendan más allá de las promesas de revisión y de actualización que ha hecho el Gobierno en la materia. Lo que claramente pone en riesgo el cumplimiento de las metas fiscales.
Crecimiento
Las proyecciones oficiales de crecimiento y las privadas que releva el BCRA ubican el aumento del PBI real de 2021 en un 6,7%. Ahora bien, las mejoras de los últimos meses de 2020 dejan un arrastre estadístico de más de cinco puntos para 2021, de lo cual se desprende que, en realidad, el crecimiento esperado para este año es bastante pobre; y, de resultar, es de esperar que se vuelva imperceptible para una gran mayoría de los argentinos.
Sin embargo, pasado el efecto rebote, no queda claro cuáles serán los impulsores del crecimiento. En ausencia de un cambio de expectativas y de un programa económico integral y sin que se hubiese podido revertir la crisis de confianza desatada en abril de 2018 y profundizada durante el proceso electoral de 2019, ya a comienzos de 2020 no se percibía en base a qué o cómo podría recuperarse un sendero de reactivación y crecimiento económico. Ahora, pospandemia, esas ausencias siguen tan vigentes como entonces.
Inflación
Con la mirada puesta en los comicios de medio término de octubre y con el objetivo de no socavar sus propias chances electorales, el Gobierno intentará contener su aceleración. En este sentido, y de momento, los ajustes de las tarifas de los servicios públicos o han quedado en suspenso o se anuncian muy por debajo de lo que es necesario para evitar un aumento del gasto en subsidios del gobierno nacional.
Mientras que otros aumentos, como el de las prepagas, se dilatan y/o terminan conectándose por incrementos menores a los planteados. A estas estrategias, habrá que sumar otras como la renovación del programa Precios Cuidados, acuerdos por el precio de la carne, eventuales restricciones a la exportación de productos alimenticios, la fijación de canastas de referencia para ocasiones especiales y algunas otras medidas.
El plan tiene tres patas cortas: el control de precios, pisar tarifas e intentar atrasar el tipo de cambio. Son patas cortas porque en alguna medida son insostenibles en el tiempo, ya que desajustan precios relativos e incrementan el déficit fiscal. En cuanto a las proyecciones para este año, los precios minoristas domésticos crecerían en torno a 48% entre diciembre 2020 y diciembre 2021.
Pobreza
De cada 100 pobres, hay 32 que corresponden a la franja de 0-14 años, 28 tienen entre 15 y 29, 37 entre 30 y 64 años, y sólo 3 tienen más de 65 años. Proporciones similares se dan entre los indigentes. Resulta bastante evidente que las políticas de contención social deberían enfocarse primariamente en la población de menor edad, que es donde la incidencia de la pobreza resulta más inquietante.
No sólo por la vulnerabilidad a la que son expuestos los niños, sino también por sus consecuencias sobre el futuro. La literatura y la evidencia empírica son muy terminantes respecto de que no hay mejor inversión social que la que se realiza en los primeros años de vida de una persona.
Austeridad
No hay posibilidad de estabilizar la macroeconomía sin una consolidación fiscal del orden de la que ha prometido el ministro Guzmán. Pero las dudas que sólo se trate de promesas son enormes. No sólo por la magnitud del ajuste, sino también porque se trata de un ajuste sin precedentes en nuestra historia y que habría que lograrlo en un año de elecciones de medio término que son claves para los objetivos del oficialismo y con un panorama en materia de pobreza para nada alentador.
Además, no parece que resulte factible impulsar medidas de austeridad cuando la dinámica sanitaria y económica demandarán muy probablemente medidas de “emergencia” similares a las implementadas durante 2020. Cualquier sendero de consolidación fiscal que se plasme en un futuro acuerdo con el FMI requerirá una actitud proactiva y medidas que resultarán antipáticas en un año signado por la continuidad de la pandemia y sus consecuencias económicas y sociales y por las intenciones electorales del oficialismo.
Lo más probable es que el FMI perdone algunos desvíos, pero ello no implica que la dinámica macroeconómica lo haga. Sobre todo porque las necesidades de financiamiento del Tesoro deberán ser cubiertas mayoritariamente por el Banco Central, en circunstancias en las que su balance se encuentra ya en una situación límite.
FMI
Es probable que el acuerdo contenga algún componente de dinero fresco pero sin un cambio de políticas que genere mayor confianza lo más probable es que esos fondos no incrementen las reservas por más allá de un par de meses.
Basta recordar lo que sucedió con paquetes incluso extraordinarios como los del “Blindaje” recibido durante el Gobierno De la Rúa o con el préstamo récord de 2018/2019. En tal sentido, sin un programa de estabilización y reforma integral que ponga fin a la crisis estructural que hace que el crecimiento económico resulte una excepción y que la pobreza, la marginalidad y el hambre se vuelvan fenómenos estructurales y crecientes, y si al mismo tiempo no se atacan las raíces de la inestabilidad fiscal y monetaria, no habrá paquete de ayuda que alcance.
Proyectos de Ley 2021
El Gobierno anunció que buscará el aval del Congreso para avanzar con una desdolarización de las tarifas. En ese sentido, el presidente Fernández afirmó: “tenemos que trabajar para recuperar el autoabastecimiento y generar las condiciones para que todos los argentinos y todas las argentinas tengan acceso a la energía en forma eficiente. A tal fin, impulsaré un proyecto de ley que declare la emergencia de servicios públicos y regulados con el objetivo de desdolarizarlos definitivamente y adecuarlos a una economía en la que los ingresos son en pesos”.
Por último, en términos de deuda extranjera, el mandatario ya adelantó públicamente que el programa que se acuerde con el FMI pasará por el Congreso. A tal efecto, a principios de marzo el Poder Ejecutivo promulgó por decreto la “Ley de Fortalecimiento de la Sostenibilidad de la Deuda Pública” estableciendo límites y controles a la emisión de deuda en moneda extranjera, entre los cuales se destaca que futuros empréstitos deberán ser aprobados previamente por el poder legislativo.