Si bien la problemática planteada por este ingeniero mendocino de 68 años cambió en los últimos años —según expresó—, queda establecido que emprender en las tierras descubiertas por don Pedro de Mendoza no es para cualquiera, y más aún cuando se trata de servicios apalancados en la economía del conocimiento. Vaya un dato: mientras países como Corea del Sur e Israel invierten más de cuatro por ciento de su Producto Bruto Interno en investigación y desarrollo, y los Estados Unidos arañan el tres, la Argentina apenas llega al 0,63%, de acuerdo a datos de la Unesco.
Un proverbio chino afirma que las grandes almas tienen voluntades mientras que las débiles, tan solo deseos. Más allá del difuso origen de la frase, es un mensaje que resume la historia de Belatrix, una compañía mendocina desarrolladora de software que nació en 2002: en un entorno históricamente hostil para los negocios enteramente privados, los emprendedores argentinos que se hacen notar tienen esa cuota extra de ingenio para ir a contramano de la historia y sortear todas las previsiones agoreras para emplear en la actualidad a más de 700 personas en cuatro países (la Argentina, los Estados Unidos, Perú y Colombia) y US$ 35 millones de facturación anual el año que pasó.
Ellos no lo dicen con todas las letras pero el camino, aunque falte un largo trecho, desemboca en una Oferta Pública Inicial en el país del Norte y la posibilidad de convertirse en el quinto unicornio argentino (las empresas valuadas en más de US$ 1.000 millones) , siguiendo los pasos de MercadoLibre, Despegar, OLX y Globant.
Se trata de la familia Robbio, el padre Luis y los dos hijos, Alex (45, con un título de grado en Psicología de la Universidad Nacional de San Luis) y Federico (43, ingeniero industrial, Universidad Nacional de Cuyo y gerente de Finanzas de la compañía). La crisis de 2001 trajo la salida del esquema “1 a 1” entre peso y dólar estadounidense y eso creó la oportunidad de exportar servicios a valores muy convenientes, cuenta Alex, que así recuerda la historia de esta empresa que hoy tiene como clientes destacados a Disney, Adobe, NEC, Nuskin, PWC, PLA y la insurtech Ingenicó durante una extensa charla con Infotechnology: “Somos una familia de emprendedores. Mi papá, que pasó por el grupo Pescarmona, tuvo algunos emprendimientos con nosotros (NdE: habla de un negocio de importación de computadoras que fracasó) pero en ese momento, en 2001, cada uno estaba en la suya. Él estaba con un emprendimiento personal, Federico trabajaba para Techint y yo estaba con productos de software desde lo comercial. Como un poco intuí la situación que se venía, y motivado por mi esposa, decidimos emigrar a los Estados Unidos”, cuenta quien hoy, y desde 2006, es presidente de Belatrix.
Luego de trabajar “de cualquier cosa para poner comida en la mesa”, Alex consiguió un puesto como desarrollador en Brookline Technologies, una compañía con base en Salt Lake City, Utah, y como le fue bien, le patrocinaron los trámites para obtener una green card y con esa posibilidad es que se decidieron los tres a lanzar un proyecto. Desde allá y acompañado por su hermano y su padre, abrieron una pequeña oficina en Mendoza, el lugar de origen de la familia, y comenzaron a crecer bastante rápido en base al modelo indio de desarrollo: más barato y por volumen. Su primer cliente fue, justamente, Brookline, lo que ponía a Alex de los dos lados del mostrador.
“La verdad es que el talento argentino es reconocido y después de hacer un montón de entrevistas se quedaron impresionados y se aliaron con nosotros”, señala. “En aquella época, posdevaluación de 2002, acá éramos súper baratos. Fue la única época de mi vida en la que me sentí millonario porque venía acá y los dólares me rendían un montón”, agrega entre risas. Y, según el entrevistado, también había una amplia disponibilidad de mano de obra en aquel momento, particularmente en Mendoza, donde la economía estaba mal. Un contexto malo para el país, pero bueno para arrancar una empresa con pretensiones globales.
Los comienzos de la empresa fueron modestos. De hecho, su presidente cuenta que para convencer a su primer cliente llamaron a amigos y familiares para que la oficina aparezca más llena de lo que solía estar habitualmente.
Sin embargo, señala Alex, el modelo no les funcionó. “Nos dimos cuenta de que el diferencial en la Argentina y en toda América latina es el valor de la proximidad horaria con los Estados Unidos. El desarrollo ágil requiere una comunicación frecuente y fluida entre el usuario del negocio y el equipo de desarrollo, algo que la India por cuestiones horarias no puede resolver.» La receta fue talento y proximidad horaria con un detalle central, la autofinanciación. La visión a largo plazo no cambió a causa de la ansiedad de inversores, lo que les permitió reinvertir en recursos humanos en repetidas ocasiones. “Desde el primer día dijimos ‘vamos a hacer una compañía global, con ambiciones y estándares globales’. Por eso hicimos todo en inglés, con profesores inhouse para aquella persona que no sabía, reinvirtiendo mucho en capacitación para seguir agregando clientes.”
Para ello, en diciembre de 2017 y tras una inversión de $ 17 millones, abrieron sus nuevas oficinas en una emblemática esquina de la ciudad de Mendoza donde estuvo durante mucho tiempo la tienda “El Guipur”. Y pocos meses después, en febrero del año pasado, inauguraron site en Bogotá, Colombia, con la presencia del gobernador de Mendoza, Alfredo Cornejo.