Comienza una semana clave para saber qué tono tendrá la principal iniciativa de Roberto Feletti, el flamante secretario de Comercio Interior de la Nación. La intención de congelar los precios de 1.247 productos, la mayoría alimenticios y muchos de la canasta básica, fue presentada días atrás antes referentes de las empresas fabricantes y los canales de comercialización. Pero las dudas y resistencias comenzaron a brotar, a tal punto, que el viernes por la mañana el propio Feletti tuvo que salir a ajustar su discurso y remarcar que el consenso es un camino, pero no será el único para avanzar con ese programa de congelamientos.
“Por ahora hay resistencias en los productores. Estamos negociando. Se rompe el equilibrio social de la Argentina. La canasta alimentaria se lleva puesto al salario, no aguanta ni la paritaria”, subrayó, en declaraciones radiales.
Y detalló que los instrumentos a aplicar serán la Ley de Abastecimiento y “políticas de precios máximos no consensuadas”. El refuerzo discursivo para avanzar con ese programa llegó a pocas horas de conocerse el dato de la inflación de septiembre, que rompió la tendencia decreciente de los últimos meses, marcó una suba del 3,5% respecto del mes anterior, un acumulado del 37% en 9 meses y un incremento interanual del 52,5%.
¿Alcanza el Frozen de precios?
Aquí parece radicar el gran desafío de este tipo de programas, que registran numerosos antecedentes a lo largo de los últimos 50 años.
El programa de congelamiento que busca imponer Feletti plantea retrotraer los precios a las referencias del primero de octubre y mantenerlos fijos hasta el 7 de enero de 2022. Se busca contener la suba de precios para esos ítems en meses que son especialmente sensibles a la dinámica de subas, según lo que se vió en los últimos años.
Sin pensar en un nuevo salto en la aceleración para los próximos meses, y mirando la dinámica de precios que se dio en Córdoba, el desafío que supone decretar el fin de esos aumentos no es menor. El Departamento de Estadísticas y Censos de la Provincia relevó para septiembre una suba general del 3,05% impulsada por un alza en “Esparcimiento” del 6%, por “Indumentaria y calzado”, del 5,57% y por “Salud”, del 4,31%. El rubro “Alimentos y bebidas”, donde pone foco Feletti es uno de los que más aumento interanual muestra en Córdoba: 60,25%. Si se repite el rango de aumentos que mostró septiembre, el incremento esperable sería de 10 puntos.
Las críticas y dudas sobre el éxito del “Feletti program”, aun suponiendo un horizonte en que se aplica una política amplia y consensuada, son muchas y surgen día a día. El economista Juan Carlos de Pablo señaló en declaraciones a la prensa que el equipo de funcionarios de Economía “es poesía” y que medidas como las presentadas son la puerta de acceso para un nuevo rebote desestabilizador de las variables como implicó el Rodrigazo.
No es el único que está advirtiendo de los efectos colaterales y el coletazo que puede venir cuando se tenga que desmantelar el congelamiento de alimentos, naftas, precios relativos, a la vez que se no frena la máquina de emitir pesos.
“Cuando hay una inflación muy motorizada por la emisión monetaria y la falta de confianza y el gobierno lo único que hace es seguir emitiendo pesos, vas a seguir teniendo presión de precios en todos los sectores económicos, en los alimentos, en las prendas de vestir, en los combustibles, en todos los sectores vas a seguir con esa presión”, dice el economista David Miazzo, de la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de la Argentina (Fada).
“Con esa cuestión de fondo no hay nada que sea sustentable, que pueda frenar la suba de precios en el mediano plazo. La moneda sigue perdiendo valor y los precios siguen aumentando. Este gobierno y otros anteriores, en estas circunstancias inflacionarias implementan algún tipo de medidas como el congelamiento de precios y otras medidas, que se toman en base a cierta presión a las empresas privadas, las empresas privadas como necesitan tener una buena relación con el gobierno porque son empresas muy grandes, que necesitan importar, exportar terminan cediendo, pero terminan cediendo con algunos productos. Cada una de las empresas ofrece algunos pocos de sus productos para que el gobierno pueda anunciar esa medida y en realidad termina afectando a una porción muy chica de todo el consumo o de los sectores que se buscan congelar. Eso hace que el impacto sobre el consumo sea bastante bajo porque su oferta es limitada, termina tendiendo más un efecto de referencia de precios, de anclar algunos precios que uno ve en la góndola para que tenga referencia sobre el resto que un impacto sobre el bolsillo. Pero, de nuevo, tienen poco impacto con una inflación acelerada por la emisión del gobierno”, remarca Miazzo.
-En concreto, no atienen los aspectos de fondo de la dinámica inflacionaria.
-Exacto. Y después, lo que se ha visto con programas como Precios Cuidados, que tienen varios años de vigencia, es que en el mediano plazo, en algunos meses, al gobierno no le queda otra que acordar aumentos de precios para los productos que estaban en esos programas y se termina equiparando a la inflación. A esos precios hay que actualizarlos y se actualizan con la pauta de la inflación que pasó. Entonces, son programas de bajo impacto que cumplen una función más bien comunicacional.
Trimestre caliente
Para Miazzo hay varios elementos en consideración para pensar un primer trimestre del 2022 complicado en términos de evolución de precios. Por un lado, porque se van a tener que actualizar todos los precios que se están congelando ahora. Y por el otro, porque también está pendiente una actualización del valor de la nafta, una referencia clave, que lleva 5 meses congelada ante un incremento del precio del petróleo del 25% en dólares durante el mismo período. Y finalmente, habrá que calcular el impacto final de la emisión monetaria que está ejecutando el gobierno.
“Todo eso va a impactar muy probablemente en los primeros meses del año que viene. El primer trimestre del año que viene tengo miedo que tengamos una inflación bastante caliente, porque todo lo que se hizo estos meses, patear aumentos, imprimir pesos, tienen cierto resabio, pero va a impactar”.
El análisis de Miazzo se completa con un plano discursivo: “a estos programas de congelamiento de precios, yo les llamaría programas de postergación de aumentos de precios, porque en la realidad, lo que pasa es eso, cuando congelas precios de alimentos, combustibles, servicios públicos, se postergan los aumentos. No hay magia en una economía inflacionaria, solo se patean hacia adelante los aumentos”.