(Especial, Gabriel Silva). Se terminó uno de los años electorales más largos de nuestro país. El que para Córdoba empezó incluso mucho antes; algunos marcan que el comienzo del año electoral para nuestra provincia arrancó la noche del 15 de septiembre del 2018, cuando murió José Manuel de la Sota.
La fecha marcó, además de la muerte de uno de los tipos que manejó el pulso de la provincia por dos décadas, la partida de un dirigente que, hasta horas antes del accidente, se había estado moviendo para encabezar la unidad del PJ nacional. La misma que hoy es razón vital de la victoria de la fórmula Fernández-Fernández. ¿Podría haber ocupado el lugar de Alberto Fernández? Tal vez… Nunca lo sabremos con certeza.
Lo cierto es que esta noche de octubre marcó el final de un gobierno -el de Mauricio Macri- que tropezó hasta el final con sus propios errores. En lo político y en lo económico. Éstos últimos se conocen: pobreza, inflación, desocupación, dólar.
Ahora bien, en lo político, la polarización constante con la figura de CFK, la comparación permanente, la necesidad de recurrir siempre al «ellos o nosotros» los tiene hoy a ELLOS -o NOSOTROS, depende de dónde te pares o te quieran parar- festejando. Y a Cambiemos en el rol de derrotados, perdedores y hasta quizás, perdidos.
La ola amarilla de 2015 se convirtió en azul en 2019 y tiene a Macri y sus socios sin saber cómo se van a parar.
Macri, entre la disyuntiva de hacer la Gran Alfaro y pedir «recuperar su vida para volver a casa con su familia» o pelear el liderazgo de la oposición con quiénes por ahora son sus aliados: Rodríguez Larreta y Cornejo, por ejemplo.
¿Le da a Macri? Es probable. Los resultados en Córdoba, Santa Fe, Mendoza y CABA le dan un capital político para intentar ir por el Senado en 2021. Los interrogantes están en él y en su entorno.
Del otro lado, un triunfo sin la contundencia que preveían las encuestas lo deja Alberto F. con la necesidad de apoyarse en el Grupo Callao (albertismo puro) y los gobernadores. Sólo así podrá contener a La Cámpora y a una CFK que, a diferencia del último Perón en los ’70, no llega herbívora. Todo lo contrario.
Córdoba, para cerrar, casi que merece un capítulo aparte. A Schiaretti el ya lejano 57% se le esfumó en menos de diez días. Desde la noche del 12 de mayo hasta el anuncio del corrimiento de CFK para ir detrás de Alberto Fernández.
La tozudez de Schiaretti pone a la gestión que arrancará por última vez en diciembre en una situación compleja en su relación con el presidente electo. Esos vínculos demorarán en reconstruirse. Mucho más cuando algunos ansiosos empiezan a palpitar la sucesión y los codazos son cada vez más evidentes.
En la vereda de enfrente, los cordobeses de la UCR, el PRO, el Frente Cívico y la Coalición Cívica no pueden -ni deben- confundirse. Los votos de hoy son todos de Macri. Todos. Cuando les tocó bancarse solos la boleta, perdieron por goleada.