Por Gabriel Silva
Casi de manera idéntica a lo sucedido después de la resonante victoria en las Legislativas del 2021, en Juntos por el Cambio la resaca los empieza a encontrar enfrentados. O, al menos, distantes. Ahora, después del contundente triunfo de la semana pasada en Marcos Juárez, los referentes de las distintas fuerzas que integran la alianza volvieron a mostrar los dientes.
Luis Juez encabezó un acto del Frente Cívico el viernes pasado para recordar la polémica elección de septiembre del 2007 y lo hizo con una marcada ausencia del radicalismo. Ninguno de los popes de la UCR hizo escala en el acto del Club Hindú y empezó, aunque incluso las voces calificadas del partido, un operativo para aislar al senador. Al menos, por ahora.
En contrapartida, Rodrigo de Loredo, el otro candidato de fuste de la alianza, prepara su propio acto para el 1° de octubre y estrena el reglamento que propuso su partido. El dato no es menor: en el arranque de la semana, el diputado logró algo más que un borrador. La propuesta formal de reglamento que elevó su partido al resto de la alianza y que –creen- contará con el respaldo del resto de los socios.
Cronograma, chance de encuestas, reglamento para interna y la fecha para definir candidaturas. De acuerdo con lo que esboza el reglamento que elevó la UCR al resto de los socios, los nombres para los casilleros más importantes se definirían recién el año próximo. No antes del Mundial como querían algunos.
Por lo tanto, De Loredo se convierte en uno de los integrantes de la coalición con mayor volumen a la hora de negociar. “Para dónde vaya, hace ruido. Si no acuerda con Juez, a Luis le ocasiona un problema; y si hay acuerdo, arrastra al resto de la UCR”, dijo una persona que habla de manera frecuente con el hombre de Evolución.
Reglamento. El radicalismo le abre la puerta a una interna abierta, algo que otros socios, sobre todo Juez, no quieren. A eso, sumar que la fecha de la interna se producirá el cuarto domingo posterior al anuncio oficial de parte del gobernador Juan Schiaretti y el intendente Martín Llaryora para la fecha. Si se vota todo junto, una sola interna; si el PJ despega, una interna para cada caso.
La otra condición que pone el radicalismo para la interna es que se presenten al menos 18 de los 26 legisladores departamentales. Con esto, la UCR empieza a correr a los socios con el aparato y desafía no solo al juecismo, sino también al PRO.
El oficialismo, complicado. Toda esta tensión en el arco opositor se produce cuando el oficialismo atraviesa uno de los peores momentos a lo largo de las tres gestiones de Schiaretti. Lo llamativo para muchos precisamente es esto, si hay falta de timming por parte de Juntos para empezar a mostrar los dientes.
Ahora, cuando habían encontrado en la alianza un par de falencias para entrarle a la gestión schiarettista como Salud y Seguridad, se exhiben las diferencias propias.
Y es precisamente este contexto de roces y muestras de reglamento, el que coincide con los cambios profundos en el gabinete de Schiaretti. Este martes se produjo la esperada –y dilatada- salida de Alfonso Mosquera como ministro de Seguridad y se volvió a unificar la cartera con Gobierno, la otra deuda de la gestión con Facundo Torres como ministro.
El empoderado, si cabe el término en un momento de crisis, es Julián López, quien deja la cartera de Justicia y asume absorbiendo dos ministerios: Gobierno y Seguridad. El hombre llega con un aval muy importante de su gestión en Justicia, pero además es un funcionario de origen delasotista que tiene buena llegada a Schiaretti y una aceitada relación con Llaryora.
Además, construyó una relación casi personal con Sebastián López Peña, el presidente del TSJ; y tiene una incidencia en la mesa chica de la campaña provincial 2023. Es más, aporta territorio en el sur profundo, ahí donde Llaryora todavía no hace pie.
Por su parte, la continuidad de Torres como ministro de Empleo es un reconocimiento más a lo realizado con el blindaje PJ en Alta Gracia y Santa María que por lo hecho en el último tiempo en Gobierno.
Laura Jure a Hábitat (cartera nueva) y Laura Echenique a Justicia, completan los cambios de un schiarettismo que luce extraviado como pocas veces.