(Especial, José Busaniche para Perfil Córdoba). La escasez de los recursos humanos calificados es el principal cuello de botella que afecta el crecimiento de las empresas tecnológicas locales. Es una falencia crónica que está lejos de resolverse, entre otros factores, porque la educación superior no alcanza a proveer la cantidad de analistas, programadores e ingenieros que el mercado demanda.
“El ingreso y egreso de estudiantes está estancado”, señalan los empresarios. Para desarmar ese nudo gordiano, el sector privado y el público vienen gestando distintas acciones. Una de la que más expectativas genera es el programa oficial “111 Mil” que apunta a destinar recursos para la formación, en cuatro años, de 100 mil programadores, 10 mil profesionales y mil emprendedores.
Según los programas y cursos, hay participación de los ministerios de Producción, de Trabajo y de Educación de la Nación. Se dictan 300 horas teóricas de forma presencial y luego hay una etapa de 200 horas prácticas. El único requisito es tener el secundario completo.
Semillero. Actualmente, el sector de la tecnología emplea en el país a unas 100 mil personas y la participación en Córdoba ronda el 10%: según los datos del último “Monitor TIC”, del Córdoba Clúster Technology, las empresas tecnológicas locales emplean a 9.700 personas en la provincia.
“Podríamos haber crecido mucho más, pero no estaban los recursos. Del último informe se estimó que si los recursos existieran, podríamos haber creado 3.000 puestos nuevos el año pasado, pero hacia fin de año solo se generaron unos mil. El sector puede crecer 35%, 30% y, en cambio, crece 15% por falta de recursos humanos”, explica Diego Casali, presidente del Clúster y titular de la firma Dicsys. Su empresa es uno de los tantos “caso testigo” de la demanda afectada: con 115 empleados tienen búsquedas para 35 nuevos puestos, pero saben que solo cubrirán la tercera parte.
Desde el sector confían en que el Plan 111 Mil puede ayudar a mitigar todo esto, aunque creen que hay que reforzarlo para que genere mayor masa crítica y sea un proveedor fuerte para las universidades. Allí, el rol de los secundarios podría ser determinante. Y desde Córdoba, el sector privado empezó su “lobby”, al margen de los debates por la mercantilización de la educación que se podrían generar. “Sin recursos, perdemos negocios”, grafican.
“Presentamos un proyecto al equipo de 111 Mil de la Nación para que nos permita ejecutar algunos cursos en la secundaria. Tenemos un acuerdo con la Asociación de Colegios Católicos de Córdoba para avanzar en eso y definimos al colegio Santo Tomás para incluir contenidos del 111 Mil en la currícula del secundario. La idea es que sea a partir de ahora y estamos esperando el okey de presupuesto para aplicarlo en el secundario”, cuenta Casali.
Nodo Famaf. Además de trabajar “hacia abajo”, con los secundarios, desde el Clúster también activaron líneas de acción hacia arriba para gestar mayor vinculación entre el sector privado y las universidades. Para ello, se gestó el “Nodo Famaf”, un acuerdo con tres líneas de trabajo que se firmará en los próximos días para contar con mayor apoyo de la Facultad de Matemáticas,
Astronomía y Física. “Por un lado, vamos a promover el acercamiento de Famaf con las pymes, para que las empresas puedan aprovechar el conocimiento y apoyo de los investigadores y avanzar en proyectos de I+D; otra línea es el armando de una supercomputadora para ser usada en proyectos de inteligencia artificial y que demanda una gran capacidad de procesamiento de datos; y la tercera línea es una diplomatura para proyectos de inteligencia artificial, big data, machine learning. Estamos definiendo los contenidos y el objetivo es arrancar en abril. Todo está alineado al objetivo de que las empresas logren más valor agregado y productos diferenciadores porque no podemos seguir vendiendo soluciones convencionales y horas hombres, hay países más baratos que nosotros para eso”, aseguró Casali.