La empresa con sede en Monte Cristo está en condiciones de mostrar dos fuertes características que dejan ver su perfil exportador. El primero es, tal vez, uno que es difícil de encontrar en el mercado, ya que exportan un producto que no se exporta: mosaicos. “Básicamente no se hace por la alta incidencia en el costo del transporte para venderle al mundo”, explica Gustavo Gómez, socio gerente de la firma.
El segundo es que, pese a esas trabas, la “cultura exportadora” de Juan Blangino, fundador de la empresa, estuvo presente casi desde los inicios de la empresa: “En los años ’80 se hizo la primera exportación a Bolivia”, recuerda Gómez y enseguida pone de relieve que esos envíos se podrían retomar. Y explica: “A través del Belgrano Cargas podríamos hacerlo: cargaríamos los mosaicos a una cuadra de la fábrica y esa línea llegaría a 70 kilómetros de Santa Cruz de la Sierra. Habría que aplicar una logística y no sería fácil, pero nunca descartamos nada”.
Lo de exportar un producto no exportable no fue impedimento para que Blangino envíe sus productos a Uruguay en 2004 (específicamente a la embajada de Estados Unidos en ese país) y a otros destinos, como Paraguay y Chile y hoy lleven instalados cerca de dos millones de m2. ¿Cómo se puede medir eso? “Serían como 300 Walmart con el formato de los ’90, es decir de grandes superficies”, señala Gómez.
Este año, Blangino coronó su proceso exportador llegando a venderle mosaicos al banco australiano Common Wealth Bank of Australia. Sí, en Australia.