El Instituto de Investigaciones Económicas de la Bolsa de Comercio de Córdoba llevó a cabo un estudio relacionado a las criptomonedas, formas recientemente desarrolladas en el campo de la “realidad digital”, que constituyen intentos específicos de constituirse como reemplazos del dinero.
De esa investigación subrayan algunos los puntos claves para comprender el funcionamiento de esta moneda digital:
-Se constituyen como de forma específica para sus propios mercados, como en el caso los granos en la agricultura o el mosto en el caso de las vides.
-Al pertenecer de manera nativa al “mundo digital”, lo que representa su característica adicional, este aspecto implica que las criptomonedas operen en paralelo y espejando -de manera aumentada- la totalidad de las transacciones de la economía real y no sólo de un sector económico específico.
-Considerando lo reciente del fenómeno (desde 2008), es posible afirmar que las criptomonedas no cumplen con al menos dos de las cuatros funciones requeridas para ser consideradas dinero: unidad de cuenta y patrón de pagos diferidos, por lo cual alcanzan el status de pseudo-dinero digital y el término cripto hace referencia a que los sistemas que utilizan encriptan las operaciones mediante un código matemático.
-A diferencia de monedas físicas como el peso argentino, el dólar estadounidense o el euro, las criptomonedas no cuentan con un respaldo o garantía. El valor con el que cuentan las criptomonedas se determina por la interacción de la oferta y la demanda, y en tal sentido reconocería sólo el mecanismo de mercado para fijar su precio.
-La transacción de criptomonedas se realiza directamente entre los agentes interesados y no cuenta con intermediarios, ello implica que se minimicen los costos de transacción.
-La generación o emisión de criptomonedas se realiza de manera grupal y descentralizada; la cantidad de criptomoneda y su tasa de crecimiento se encuentran predefinidas al momento de su creación, siendo esta información disponible para el público en general. Este esquema lleva a que no pueda acelerarse intencionalmente la generación de la moneda, dándole estabilidad a la predicción.
-Cada vez que una persona envía a otra una cantidad de criptomonedas se genera un registro de una transacción pendiente en el sistema. Estas transacciones pueden ser incluídas dentro de un “bloque”, que almacena una cantidad máxima de transacciones y, en principio, se encuentran codificados.
-Para que una transacción sea aceptada y se efectivice, se debe resolver la encriptación del bloque en el que se encuentra; este procedimiento es conocido como el “minado” de bloques. Para ello, se deben procesar algoritmos (procesos o instrucciones) que resuelvan la codificación.
-Una vez que los bloques han sido minados y sus transacciones efectivizadas, éstos se agregan a una “cadena” de bloques (blockchain), que almacena toda la historia de transacciones llevadas a cabo en una criptomoneda.
-Los agentes que se ocupan de crear los bloques y resolver su encriptación son denominados miners; cualquier persona interesada puede minar criptomonedas mediante el uso de una computadora.
-Los miners generan bloques mediante la incorporación de transacciones pendientes de aceptación en el sistema; debido a que existe cierto límite en la cantidad de transacciones que puede incorporar un bloque, algunas transacciones incorporan voluntariamente una pequeña comisión con el objetivo de ser incorporadas en el próximo bloque a ser minado y evitar tiempos de espera en la confirmación final de la operación.
-Una vez que se resuelve la encriptación de un bloque y éste es incorporado a la cadena de bloques, los miners del bloque resuelto reciben las comisiones incluídas en las transacciones del bloque desencriptado y una recompensa (monto en criptomonedas) predeterminada.
-Esta última recompensa recibida por los miners por cada bloque resuelto representa a la creación (emisión) de criptomonedas; para alcanzar el ritmo de crecimiento en la cantidad de criptomonedas circulantes definido, el sistema ajusta de manera automática la dificultad de resolver los bloques. Debido a que la dificultad de desencriptar los bloques de manera independiente es elevada, existe un trabajo conjunto entre miners.
-Las criptomonedas son de libre acceso, no requieren identificación para participar en la red y no se encuentran reguladas por ningún tipo de gobierno, por lo cual no pagan impuestos).
-Las transacciones que se realizan por esta vía, debido a la complejidad inherente al intercambio de criptomonedas y al difícil seguimiento de sus operaciones posibilitan la evasión impositiva, el lavado de activos y el comercio ilegal.
-Para comprar y vender criptomonedas se utilizan programas, aplicaciones o páginas web específicas. Mediante las mismas, se transfiere dinero desde tarjetas de débito, crédito y cuentas bancarias; con estos fondos se adquiere la criptomoneda de interés, que queda “depositada” en una cuenta digital personal. Las criptomonedas obtenidas pueden ser intercambiadas por bienes y servicios en sitios que acepten este tipo de moneda como pago, o ser vendidas nuevamente para recuperar fondos, que son transferidos a la cuenta bancaria personal.
-Existen varias criptomonedas en circulación. Aunque la más reconocida es Bitcoin, otras criptomonedas conocidas son Namecoin, Dogecoin, Litecoin y Ethereum. El 1 de agosto de 2017, Bitcoin se dividió en dos criptomonedas: una de ellas mantuvo su sistema y nombre original, Bitcoin, mientras que la otra dio origen a Bitcoin Cash; esta nueva alternativa cuenta con la cadena de bloques original de Bitcoin, pero con tamaños de bloques ocho veces mayores.
-¿Pueden entonces las criptomonedas ser consideradas dinero digital o virtual? No se ajustan estrictamente -por el momento- al concepto de dinero. No obstante, las critpomonedas cumplen con las exigencias de constituirse como dinero en el “mundo digital” y sus conexiones e implicancias a través de la red. El recorrido final de las criptomonedas, hasta alcanzar o no status de dinero digital, dependerá en todo caso de la evolución definitiva del proceso de “virtualización” o “digitalización” de nuestra propia realidad y, con ello, de la economía real donde transcurre la vida biológica de los agentes económicos.