«Las compañías no se marcharán de Estados Unidos sin ninguna consecuencia», decía a las compañías que fabrican productos en otros países y los venden a los estadounidenses.
Ford fue una de las grandes firmas que se apegó primero a la política económica que Trump ha impulsado desde que llegó a la presidencia, «Estados Unidos primero».
Pero la automotriz hizo un anuncio el martes que plantea un desafío del presidente: trasladará su producción de su modelo Focus a una planta de China a partir de 2019.
«La mayoría de los nuevos modelos de Focus para Norteamérica inicialmente vendrán de China, con variantes adicionales procedentes de Europa más adelante», informó Ford, la segunda automotriz más grande de EE.UU.
La decisión responde a los negocios: Ford prevé ahorrar hasta US$1.000 millones al trasladar la producción del Focus a la planta de China.
Aseguró que ningún empleo se perderá en sus plantas de Estados Unidos, pese a que ese modelo se fabrica en el estado de Michigan al igual que en una planta en México.
Sin embargo, este movimiento no sumará a la promesa del presidente Trump de devolver los empleos a las fábricas estadounidenses.
Aunque la decisión de Ford va hacia ese terreno amenazado por Trump, «no se marcharán de Estados Unidos sin ninguna consecuencia», el gobierno de EE.UU. reconoce que hacen faltan mejores condiciones para que las empresas produzcan en el país.
El portavoz de la Casa Blanca, Sean Spicer, dijo el martes que es necesario que se concrete la propuesta del presidente Trump para «crear un sistema tributario para que las compañías vuelvan y traigan los empleos de manufactura a Estados Unidos».
«Una vez que podamos aprobar ese plan hará que nuestras empresas sean más competitivas, sin cargarlas con mayores impuestos», dijo.
Además, reconoció que el actual código de impuestos «pone en desventaja» a las empresas de su país frente a sus competidores extranjeros.
Aunado a los impuestos, los salarios siguen siendo un factor para muchas compañías, entre ellas las automotrices que desde hace años han ensamblado vehículos desde otros países, tan lejanos como China o cercanos como México.
Mientras que un salario anual en la industria automotriz ronda los US$25.000 en México, en EE.UU. supera los US$65.000.
«Todo se trata de hacer autos en las fábricas adecuadas con la capacidad adecuada», considera Michelle Krebs en un análisis en el sitio especializado Autotrader.
«La mayoría de la gente generalmente no sabe dónde se construye su auto, y no le importa», afirma.
Las caídas en las ventas del modelo han impulsado a la compañía fundada en 1903 a tomar decisiones.
Ford vendió cerca de 67.150 autos Focus en EE.UU. en los primeros cinco meses de 2017, un 20% menos que los de 2016.
En mayo, Jim Hackett fue nombrado como nuevo presidente ejecutivo tras la presión de los accionistas para mejorar los números de la firma.
Ford informó que trasladar la producción hacia China representa un ahorro de US$500 millones, lo cual se suma a los ahorros por la cancelación de la construcción de la planta en San Luis Potosí, México.
«Encontrar un modo más rentable de llevar a cabo el próximo programa para el Focus de Norteamérica es un mejor plan. Nos permite redistribuir el dinero que ahorramos en áreas de crecimiento para la compañía», dijo Joe Hinrichs, vicepresidente ejecutivo de Ford.