En el marco de su gira por Asia Oriental, el presidente de los Estados Unidos Donald Trump arribó a primera hora de este martes a Corea del Sur con la promesa de «resolverlo todo» pese a las marcadas divergencias con Seúl sobre la cuestión nuclear norcoreana. El avión presidencial Air Force One aterrizó poco antes de las 12,30 (hora local) en la base aérea de Osan, cerca de Seúl, donde el mandatario y su esposa Melania fueron recibidos por la ministra coreana de Relaciones Exteriores, Kang Kyung-Wha.
Cabe recordar que la visita de Trump se da a raíz de la escalada de tensión que generó en toda la región el programa nuclear de Pyongyang, y que el propio Trump se encargó de recrudecer a partir de declaraciones poco inteligentes, soberbias y cargadas de insultos, pero sobre todo a partir de su amenaza de iniciar una guerra contra el líder norcoreano Kim Jong-Un, un conflicto que los 10 millones de habitantes de Corea del Sur sufrirían en primera línea.
«Preparándome para viajar a Corea del Sur y encontrarme con el presidente Moon, un distinguido caballero», dijo Trump en su cuenta de Twitter, horas antes de partir de Japón, primer punto de su visita a la región. «¡Vamos a resolverlo todo!», agregó después. El tono de sus palabras marcó un fuerte contraste con unas declaraciones anteriores en las que calificó la estrategia de Moon como un «apaciguamiento».
Dicho comentario había sido mal recibido en el palacio presidencial de Seúl porque asimilaba implícitamente a Moon con Neville Chamberlain, artífica de la política británica de apaciguamiento con Adolf Hitler a finales de los años 1930. Trump llegó a Corea del Sur después de una distendida estadía de tres días en Japón, en la que aseguró el apoyo pleno del primer ministro Shinzo Abe para su estrategia con Corea del Norte de mantener «todas las opciones sobre la mesa».
En cambio, la relación de Trump con el presidente surcoreano, Moon Jae-In, es notablemente más fría, lo que aviva las preocupaciones de que una alianza que dura décadas pase a segunda línea, privilegiando el vínculo con Japón. Al mismo tiempo, Moon, cuyo país está al alcance de la artillería de Corea del Norte, ha pedido que no se inicie ninguna acción militar en la península sin el consentimiento de Seúl.
A pesar de esto, Corea del Sur desplegó la alfombra roja para recibir a Trump, en la medida que busca mensajes de que la alianza entre ambos sigue vigente. «Al final, encontraremos una solución» al problema norcoreano, prometió a primera hora de la tarde Trump en Camp Humphreyrs, cuartel general de los 28.500 militares estadounidenses estacionados en Corea del Sur, situado a unos 90 km al sur del Seúl. Por su parte, Moon -cuyos padres habían sido evacuados del Norte durante la Guerra de Corea (1950-1953) por un navío estadounidense – se congratuló por la relación histórica de su país con Washington. «Dicen que es en los momentos de necesidad cuando se reconoce a un verdadero amigo», le dijo a Trump. «Estados Unidos es un verdadero amigo que ha estado con nosotros y que ha vertido su sangre a nuestro lado cuando estábamos necesitados», agregó.
En tanto, por estas horas la población surcoreana se muestra divida respecto a Donald Trump: en las calles, desde el fin de semana se han celebrado manifestaciones en contra y a favor del presidente estadounidense. «Sus bombas retóricas lo dicen todo», dijo el martes en un editorial The Korea Times. «Por más que los coreanos permanezcan tranquilos frente a la guerra de palabras entre Trump y Kim, nosotros apreciamos nuestras vidas igual que los estadounidenses y la perspectiva de una guerra nos asusta», agregó.
Tras visitar Camp Humphreys, Trump debía reunirse con Moon en la Casa Azul y posteriormente asistir a una cena de Estado con música en vivo, que incluirá artistas tradicionales e intérpretes pop. El miércoles, en tanto, se dirigirá al parlamento, pero no tiene previsto visitar la Zona Desmilitarizada que divide la península, un viaje que Washington descartó por considerarlo como un «cliché».